El Vórtice Energético
o vórtice de Kelvin
5ª parte
La mayoría de la gente concibe el universo en función de
los planetas, las estrellas y las galaxias. Este es el universo físico con el
cual estamos familiarizados, el universo de la materia y de la luz.
Pero... ¿será ésto todo cuanto hay? ¿Será que no hay nada más aparte de la
materia y la luz? ¿Está este universo restringido a lo que podemos detectar
con nuestro instrumental científico y captar con nuestros sentidos? La ciencia
ha conseguido penetrar cabalmente en el universo material. Mas... ¿no podría
ser que ello fuera tan solo el comienzo? ¿No podría ser que nuestro universo
de materia y luz fuera una parte de algo más vasto?
El término "universo" se refiere a todo lo existente. Ha de abarcar
la totalidad de la energía existente. Bien podrían existir dominios enteros de
supraenergía. Al existir más allá de la barrera de la luz, ello configurarían
una realidad que trasciende nuestra percepción inmediata.
El universo físico puede ser únicamente una pequeña parte del todo. Puede que
no esté restringido al universo que apreciamos con nuestros sentidos... y que
observamos científicamente mediante el telescopio y el microscopio. Bien podría
ser que el mundo en su totalidad, desde el átomo infinitesimal a la inmensa
galaxia, fuera solo una parte de un universo energético mucho mayor. Que el
universo fuera tan vasto que lo que la ciencia nos ha permitido vislumbrar hasta
aquí. Y que los “dominios celestiales”, donde se supone habitan los dioses,
fuera algo tan real, una realidad paralela derivada de la supraenergía.
La energía crea un dominio espacio-temporal. La supraenergía crea otro. El
entramado del espacio y el tiempo pervive en cada uno de esos dominios: nada
permite suponer que exista, además, el eje espacio-temporal entre ambos. No hay
posibilidad alguna de que los dominios bien diferenciados de la energía y la
supraenergía estén separados entre sí por el espacio y el tiempo. Ambos
ocurrirían en un único "aquí y ahora". Existirían en forma
independiente, pero serian totalmente coincidentes. Podría describírselos como
entreverados el uno con el otro.
Nuestro propio dominio surge del movimiento dentro de la velocidad de la luz.
Dicho movimiento, en vórtice y en forma de ondas, contribuye a edificar nuestro
universo de materia y luz. En el universo físico, todo es relativo a la
velocidad de la luz, que bien podría caracterizarse como la velocidad crítica
de nuestro universo.
Un dominio de supraenergía tendría su propia velocidad crítica: digamos a modo
de ejemplo, el cuadrado de la velocidad de la luz. Es fácil imaginar varios
de tales dominios, cada uno edificado a partir de una velocidad distinta,
sucesivamente mayor. Podría haber muchos dominios suprafísicos en el universo
total. Cada uno de ellos tendría su propio espacio y representaría
un plano de vibración o nivel de realidad distinto.
Igual que todo en nuestro universo es relativo a la velocidad de la luz, cada
dominio superior estaría regido por su propia velocidad crítica. Igual que la
barrera de la luz es la frontera del universo sensible, cada velocidad crítica
seria el límite entre un dominio y el siguiente.
Los superiores englobarían a los inferiores (como las muñecas rusas), puesto
que las velocidades mayores "contienen" a las inferiores. Como todas
las velocidades están centradas en un punto cero común, podemos representar
los dominios sucesivos como esferas concéntricas.
Las esferas interiores representarían los dominios interiores, más lentos, y
las exteriores los dominios superiores, más rápidos. En esta novedosa imagen
del universo los varios dominios quedan englobados los unos en los otros, y cada
dominio superior se entrevera con todos los inferiores.
Podemos disponer de velocidades críticas sucesivas en un sencillo orden
ascendente. Por ejemplo: dominio físico (plano 1) = velocidad de la luz; primer dominio
suprafísico (plano 2) = velocidad de la luz al cuadrado; segundo dominio
suprafísico (plano 3) = velocidad
de la luz al cubo, y así sucesivamente. Esta serie ascendente sería como una escala
armónica. Y los varios dominios ascendentes de energía dentro del universo
total darían, así, un significado real a la idea de la "armonía de las
esferas" que sugería Pitágoras.
Esta concepción nos sugiere una explicación inicial a muchas de las ideas
tradicionales acerca de lo sobrenatural. Bien podrían ser que los seres
sobrenaturales habitaran en sus propios dominios supra-espaciales, mezclados
con nuestro universo inmediato. Podrían hallarse a nuestro alrededor sin que
tuviéramos conciencia de ellos, no podríamos detectarlos mediante nuestro
instrumental científico o con cualquiera de nuestros cinco sentidos habituales.
Pero, ¿habrá acaso alguna manera de movernos realmente de un dominio a otro?
Es claro que, al desplazarnos en algún sentido, lo estamos haciendo en
las tres dimensiones del espacio. En nuestro viaje de la cuna a la tumba, nos
desplazamos a través del tiempo (que ya fue revelado a través de sesiones con el
Maestro Morgan-El que no es una cuarta dimensión).
Cabe postular que los diferentes dominios del universo estarían separados entre
sí por una alteración de la vibración. Ese movimiento solo seria posible a
través de un cambio en la velocidad intrínseca de la energía. Ya hemos descrito
este proceso como la transustanciación, que es un movimiento que implica un cambio en lo sustancial, mas que un cambio en la
forma o la posición. En la transustanciación, los cuerpos que se desplazan aparecen y desaparecen cuando abandonan un dominio
suprafísico del
universo y resurgen en algún otro plano, ya sea superior o inferior.
Sabemos que en el universo físico están contenidas la vida y la inteligencia.
Pero nuestra propia vida y nuestra inteligencia son solo una íntima parte de un
todo mayor. Y dado que existen seres vivos, e inteligentes, en este pequeño
rincón del universo, es razonable suponer que hay vida e inteligencia en el
universo en su totalidad. Entonces... ¿quiénes habitarían los dominios suprafísicos?
La tradición afirma que hay multitud de seres suprafísicos. Las viejas
religiones paganas describían los dominios de mayor vibración como un panteón
de los dioses.
Hay una jerarquía de distintas formas de vida sobre la tierra, es natural,
entonces que hubiera a la vez una jerarquía de los seres sobrenaturales. El
termino "dioses" ha quedado, por lo general, reservado para los más
poderosos de entre estos seres.
Su poder consiste, en rigor, en la facultad de modificar la velocidad intrínseca
de la energía, lo cual les confiere la libertad de moverse en otros planos
existencia.
Un “dios” tendría así la posibilidad de descender a través de distintos
dominios, al disminuir la velocidad de su propia energía. Al aumentarla
nuevamente, podría ascender, etapas por etapas a cada dominio celestial, y
superior del universo total. Dichos
seres serian capaces de recorrer de arriba abajo la dimensión "deífica",
de un dominio a otro del universo, como Ángeles bíblicos subiendo y bajando
por la escalera de Jacob.