El Vórtice Energético
o vórtice de Kelvin
6ª parte

 

Fragmento del libro "El Cielo responde"
 

 

EL   UNIVERSO   SUPRAFÍSICO

 

 

“Es suma estupidez creer en una opinión a causa del número de los que la tienen”.

Giordano Bruno

 

Según antiguos conocimientos se decía que la materia estaba conformada por vórtices de energía. Lord Kelvin, el físico que definió el cero absoluto y elaboró una escala de grados de temperatura, opinaba que no había nada sólido en lo material, que todo era una gran ilusión alimentada por una falsa realidad.

Dio el ejemplo de un anillo de humo que, al girar, guardaba su consistencia sin desarmarse. Así como ese anillo en vórtice daba una apariencia de solidez, gracias a la ilusión dada por el movimiento giratorio del mismo, Lord Kelvin utilizaba esa figura simbólica para poder explicar que los átomos también eran anillos en vórtice, pues se comportaban de la misma manera.

Más aún, proclamó que todas las propiedades de esas pequeñas partículas derivaban de ese movimiento giratorio en forma de vórtice, en medio del éter.

Pero como había una convicción generalizada de que la materia se componía de partículas tangibles (comparaban la forma del átomo con la de una bola de billar), la teoría de Lord Kelvin quedaba totalmente relegada al olvido.

La ciencia siguió avanzando. El átomo fue dividido y se llegó a visualizar como un sistema planetario en miniatura, donde el núcleo estaba formado por protones (carga positiva) y neutrones (sin carga aparente), y alrededor de ese núcleo giraban los electrones (de carga negativa).

Se demostró que el éter no existía como tal y que lo que imperaba era un vacío casi absoluto. Albert Einstein había escrito una fórmula: E = M x C2, donde E es la energía, M es la materia y C2 es el cuadrado de la velocidad de la luz.

Esa fórmula se llegó a demostrar algunos años después con el estallido de la bomba atómica, donde una fracción de materia se transformó en una inmensa cantidad de energía, llegando a arrasar una ciudad entera.

Si Kelvin viviera hoy no hablaría de átomos en forma de vórtice girando en medio del éter, sino que sería más sutil. Se preguntaría: si puede existir una onda de energía... ¿por qué no un vórtice de energía? ¿Y cómo estaría conformado un vórtice de energía? ¡Por una partícula elemental!

O sea:  Una partícula elemental es un vórtice de energía.

El propio Einstein una vez definió la materia como una energía congelada. El vórtice nos da un panorama mucho más claro: demuestra que la partícula elemental se mueve en espiral y el movimiento es el fundamento mismo de la materia.

El gran logro de esta teoría es el poder demostrar que la materia es una forma de energía.

¿Cómo puede ser —dirán algunos— si la energía es inmaterial?

La respuesta es simple. De la misma forma que el movimiento no puede existir si no se avanza en una dirección determinada, la energía no existe si no es con una forma definida.

No es que dicha energía forme un vórtice o una onda: el vórtice es la energía en sí.

En el mundo que conocemos a simple vista, el universo material que todos podemos observar, hay dos formas básicas de energía: la electricidad y la luz visible.

La materia es el tercer tipo de energía.

La mayoría de los vórtices tienen forma de cono, por ejemplo, los remolinos y los tornados, que giran como si fueran un gigantesco trompo.

Pero en el mundo de las partículas subatómicas, el vórtice forma una figura geométrica distinta: ni como “anillos de humo” ni como trompos. En este caso, la partícula elemental tiene la forma de un vórtice esférico. O sea: el vórtice es un movimiento en espiral de tres dimensiones y así llega a formar una bola giratoria de energía.

Para configurar ese vórtice en nuestra imaginación, podemos representarlo mentalmente como un pequeñísimo ovillo de lana, con una rotación continua.

El movimiento giratorio es lo que crea la estabilidad de la partícula, al igual que el anillo de humo (que no se desarma) y el trompo (que no se cae mientras gira).

No son ejemplos exactos, pero sirven para dar una idea aproximada de lo que estamos hablando.

Ahora volvamos a lo que se dijo precedentemente, donde se demostró que mediante una fisión nuclear podía liberarse una gran cantidad de energía.

¿Cómo ilustramos el tema con el ejemplo del ovillo de lana?

Es fácil. Si desenrollamos dicho ovillo en una habitación cualquiera, tendría una longitud tal que no cabría en ella, mientras que enrollado lo contendríamos dentro de una mano.

Si pudiéramos desenrollar así un vórtice de energía, la cantidad liberada sería impresionantemente grande.

Así como  el ovillo de lana es una figura muy compactada de ese material, una partícula elemental en vórtice es una forma muy concentrada de energía.

Esta teoría también puede explicar la carga eléctrica de la materia.

Por ejemplo, dijimos que el vórtice es un movimiento en espiral de tres dimensiones, pero ese movimiento giratorio tiene dos sentidos posibles: desde el centro de la espiral hacia fuera o desde el borde hacia el punto central.

El vórtice centrípeto corresponde a una carga positiva y el vórtice centrífugo a una carga negativa.

La teoría también aclara el concepto de la masa: La masa es una medida de la cantidad de energía que contiene una espiral.

La materia se ve así como una ilusión de lo real.

Siempre acostumbramos a decir: “Tan sólido como una montaña”, pero... ¿hasta qué punto la montaña es una entidad sólida?

Si la materia es un conjunto de partículas elementales y éstas, a su vez, son vórtices de energía, nada de lo aprendido hasta el presente tiene vigencia. Una partícula elemental de materia es una bola giratoria de energía, un vórtice esférico en movimiento.  Pero hay distintas vibraciones en ese vórtice y cada vibración representa una partícula distinta (un quark, un leptón, etc.) [1] Si el movimiento ocurre a la velocidad de la luz,  el vórtice deja de ser  una partícula elemental  para transformarse en un fotón.

Según  Einstein, ningún cuerpo puede moverse a mayor velocidad que la de la luz. Pero... ¿esa regla es también aplicable a la energía en sí?

Si el movimiento del vórtice llegara a vencer esa barrera y superara la velocidad de la luz, daría origen a un tipo de energía por completo distinto, a la que llamaríamos la superenergía o supraenergía.

Obviamente, la energía y la supraenergía serían distintas. La materia que formaría la energía se diferenciaría en sustancia de la que formaría el vórtice supraenergético.

La materia conocida se detecta en el universo físico. La materia formada por la supraenergía estaría contenida en un universo suprafísico. Habría suprapartículas y suprafotones, y juntos darían cabida a  una realidad suprafísica.

Nuestra materia no podría afectar a ningún elemento de ese mundo, pues su sustancia sería completamente distinta. Su vibración sería tan alta que ese suprauniverso no podría captarse por nuestra realidad. Los elementos de ese mundo serían absolutamente invisibles e intangibles para nosotros.

¿Cómo comprobar la existencia de tales formas suprafísicas, si nuestros sentidos no las pueden captar?

Si la supraenergía no se encuentra en nuestro espacio-tiempo, las formas suprafísicas están en un nivel superior de vibración.

Así se explicarían muchos de los fenómenos paranormales que tanto nos intrigan. Por ejemplo, la transustanciación.

Todos hemos escuchado historias donde había objetos que desaparecían y aparecían en forma misteriosa. La ciencia tradicional nunca tuvo explicación para tales hechos.

Antes habíamos dicho que cada partícula elemental era un vórtice de energía donde el movimiento en espiral es inferior a la velocidad de la luz. Imaginemos que ese movimiento en vórtice se acelera más y más.

Al sobrepasar el límite de la velocidad de la luz, la energía se transformaría en forma instantánea en supraenergía. La partícula elemental dejaría de interactuar con la luz visible y la materia, y no se podría detectar por medios normales. No se movería a ningún otro sitio, pero dejaría de ser perceptible para nosotros.

Si en forma hipotética se pudiera revertir el proceso, el vórtice deceleraría y la supraenergía se revertiría a energía y podríamos detectar la partícula, que reaparecería de inmediato.

Dicho proceso de ida y vuelta se denomina transustanciación. Es el puente entre lo normal y lo paranormal.

Si tuviéramos el poder para cruzar ese puente podríamos desmaterializar o materializar todo objeto que quisiéramos estudiar.

Según la religión judeocristiana, los cielos podrían ser la denominación bíblica para los planos de supraenergía, existentes más allá de la velocidad de la luz.

Falta aclarar qué papel tiene el espacio casi vacío de materia en esta teoría.

El centro del vórtice energético sería la materia y la energía de los bordes del vórtice, que no logramos percibir en forma directa, sería el espacio.

El espacio se origina en las regiones más tenues del vórtice y la materia está compuesta por las partes más densas del mismo.

 

 

DISTINTOS NIVELES DE VIBRACIONES ESPIRITUALES

 

“El verdadero Maestro se abstiene de la enseñanza dogmática”.

En referencia a Sócrates.

 

Con respecto al universo en sí, nosotros pensamos que es infinito, pero bien podría suceder que dicho universo en su totalidad, desde la partícula más pequeña hasta la galaxia más grande, fueran solo una parte de un universo energético mucho mayor.

En esta realidad suprafísica habría partículas de más alta vibración, pero análogas a las partículas de la materia conocida. Habría ondas de supraenergía, análogas a las ondas de luz visible que percibimos diariamente.

En conjunto, conformarían un mundo de una vibración más elevada, a la que podríamos denominar nivel 2 de vibración espiritual, siendo el  nivel 1  nuestro universo físico.

Según la teoría del vórtice, bien podría haber muchos universos suprafísicos en la creación.

Los universos superiores englobarían a los inferiores, puesto que las velocidades mayores “contienen” a las velocidades inferiores.

Como todas las velocidades están centradas en un punto cero en común, podemos llegar a representar dichos universos como esferas concéntricas.

Las esferas interiores representarían a los universos más densos (más lentos) y las esferas exteriores, los universos más elevados (más rápidos).

Por revelación, se sabe que hay seis planos de vibraciones espirituales positivas (del 1 al 6) y dos planos de vibraciones más densas que nuestro universo físico (-1 y -2).

Como los planos se representan como esferas en forma concéntrica, al plano -2 se lo denomina la Octava Esfera.

El detalle de qué entidades habitan en cada plano es un tema poco conocido, pero muy interesante.

El universo observable es el universo del plano 1. Se sabe por revelación que hay 22 universos paralelos en este plano físico, donde la misma persona puede estar viviendo una vida distinta en cada universo o, incluso, puede no existir en alguno de esos mundos.

En un universo, una persona puede estar casada y en otro puede haber permanecido soltera. En un mundo puede haber llevado una vida exitosa y arrastrar fracasos continuos en otro mundo paralelo. Hay infinitas opciones...

Con los conocimientos actuales, es imposible pasar de un universo a otro. Sin embargo, en diversos estudios de física cuántica, se ha experimentado con partículas elementales y éstas, en un momento dado, desaparecían.

No se transformaban en una forma más sutil de energía. Literalmente desaparecían del campo de observación. ¿Dónde iban esas partículas? Éste es un tema aún no resuelto por los hombres de ciencia, aunque muchos apoyan la teoría de las múltiples dimensiones, que difiere muy poco de la teoría de los universos paralelos.

Volviendo al tema de las vibraciones, sabemos que el nuestro es un universo físico.

Las vibraciones suprafísicas conforman otros planos mucho más sutiles. ¿Quiénes los habitan?

Lo importante es familiarizarnos con algunos términos. Uno de ellos es la palabra  thetán.

Científicamente se sabe que el hombre se compone de tres partes:
1)  thetán  (alma o espíritu);  2)  mente  (decodificador de los conceptos del espíritu) y  3)  cuerpo.

De las tres, obviamente, el thetán es la entidad superior, ya que sin alma el cuerpo no tendría animación ni mente, mientras que sin un cuerpo o una mente, el alma continúa teniendo animación y vida en su plano correspondiente.

El término thetán fue acuñado por L. Ronald Hubbard para referirse al alma o espíritu, y resulta más apropiado utilizarlo para erradicar la concepción errónea de que el hombre “tiene” un alma:  el hombre “es” esa alma.

La palabra thetán proviene de la letra griega theta que, en electroencefalografía, indica un ritmo cerebral más lento y predomina en el nivel de la percepción extrasensorial.

En el plano físico, sólo un 10 % de nuestro thetán [2] anima nuestro cuerpo y nuestra mente. El otro 90 % se encuentra en un plano de vibración superior, el que nosotros llamamos el mundo espiritual.

Cuando desencarnamos seguimos existiendo como espíritu, ya que éste es inmortal.

Mediante la telepatía (propia o utilizando un médium) es posible comunicarse con cualquier thetán, encarnado o desencarnado.

A través de diversas revelaciones ha sido posible saber que los espíritus habitan distintos planos en el universo suprafísico, según la categoría de Luz que posea dicho espíritu.

Los Espíritus del Error, que son aquellos que han desencarnado con determinado karma, pueden habitar en los planos 2 y 3. Aquellos espíritus que han alcanzado un grado de Maestría, se encuentran en el plano 4. En la vibración siguiente, el plano 5, moran los espíritus que alcanzaron la máxima Luz.

El plano 6 está habitado por los ángeles, que no  sólo están en una frecuencia vibratoria mucho más alta que la del mundo físico que percibimos, sino que incluso vibran en una sintonía más fina que la del mundo de los espíritus.

En el plano 7 moran las Energías Crística y Búddhica, formadas por la Luz y el Amor del Absoluto, aparte de otras energías de Luz que han iluminado a distintos Avatares a lo largo de la historia de nuestra humanidad.

El plano 8 está habitado por los elohim o dioses menores, que fueron los encargados de crear a los distintos seres angélicos, a los elementales de la naturaleza y a los espíritus que moran en los diversos planos de vibración.

Cada eloah o dios menor tuvo una misión determinada en el planeta Tierra. Uno de los más conocidos fue Jehová que, para poder comunicarse telepáticamente con los hombres tuvo que descender parte de su esencia del plano 8 al plano 4.

 En realidad, parte de sí mismo vibró más lentamente, descendiendo automáticamente a la 4ª vibración, mientras el resto de su esencia se mantuvo en su plano original.

Así pudo contactarse con Moisés. De otra manera su vibración hubiese sido tan alta que nunca se habrían captado sus mensajes.

El antiguo pueblo judío llegó a confundir a Jehová con el Absoluto, hasta que Ieshu ben Iosef, más conocido como Jesús, nos describió al verdadero Padre, diciéndonos que Él es todo amor, toda comprensión y que no castiga, porque el avance hacia la Luz o el retroceso hasta la Oscuridad, tiene un mecanismo mucho más simple y más sutil.

Si un espíritu de Luz es invadido por el ego, estando en el plano 5 de vibración, nadie lo expulsa de ese plano a una vibración más baja. Ante cualquier atisbo de ego, ese espíritu empalidece y la misma Luz del plano que habita “se le hace incompatible” y, en forma automática, desciende de nivel.

En los niveles 2 y 3, los espíritus no sufren las necesidades físicas del nivel 1, pero sí atraviesan otro tipo de necesidades generadas por su ego. Por ejemplo, necesidad de notoriedad, que les trae aparejadas fuertes ansias de poder.

Así, buscan someter al espíritu más débil. Se cargan de su energía, ignorando que el Absoluto tiene su Luz disponible para todas sus criaturas.

A su vez, se rebelan contra las entidades que tratan de someterlos a ellos. Arman grandes legiones y protagonizan luchas tremendas en esos planos de vibración.

Al encarnar en el plano 1, muchos de esos espíritus siguen la rebeldía en el universo físico y, en vez de evolucionar, retrasan más y más su camino hacia la Luz.

Al desencarnar, la deuda kármica que generaron es mayor que la que habían traído. Y en muchos casos su caudal negativo es tanto que esos espíritus descienden al plano -1, llamado el plano de la Soledad.

En esa vibración negativa, el aprendizaje es tremendo. Están rodeados de la más absoluta soledad. Aparte, la luz, que invade a todos los planos de vibración positiva, no existe en ese nivel.

No importa la cantidad de espíritus que moren en el plano -1: no se pueden comunicar entre ellos.

Cada entidad tiene el libre albedrío para desplazarse en cualquier dirección. Sucede que no llega a ningún destino. El vacío en ese nivel es tan notorio que el espacio del plano 1 agobiaría en densidad.

Así como no hay luz, tampoco hay sonidos, El silencio se hace palpable. No hay encierro, pero una libertad sin comunicación visual, auditiva o telepática se hace insoportable.

 Cabe aclarar, por otra parte, que las comunicaciones visuales o auditivas no son iguales que en el plano físico.

En ese nivel, como en los otros niveles, la única manera de subir de vibración es a través de un cambio de actitud e identificarse con una verdadera vocación de servicio, sin alimentar el ego con rencores.

Hay otra vibración más baja: el plano -2, conocida como la Octava Esfera, teniendo en cuenta que los distintos universos suprafísicos son como esferas envolventes y son 8 los planos espirituales: desde el plano -2 al plano 6.

La Octava Esfera es habitada por entidades espirituales que alcanzaron el límite de la crueldad.

Según una rama de la doctrina teosófica, los espíritus que son confinados por su gran crueldad en esa zona misteriosa llamada la Octava Esfera, pueden ser separados del origen de su ser, para ser allí desintegrados y sus partículas diseminadas en el vacío absoluto. Sería el fin del Mago Negro.

Por revelación, se sabe que no es así. El Absoluto nunca condena eternamente, pues dentro de Su Esencia se encuentra la Divina Misericordia [3] y todas las entidades espirituales siempre tienen una nueva oportunidad de recomenzar el camino evolutivo hacia la Luz. Y se evoluciona con enseñanza, no con castigo. No existe el fuego eterno.

En el plano -2 el dolor se siente magnificado, pues cada entidad que habita allí puede palpar el sufrimiento de todos los espíritus del error y lo vive como propio.

No se puede describir con palabras esa sensación tan agobiante. El espíritu aprende a compartir el dolor. Se da cuenta de que hay muchos que sufren tanto o más que él. Y al final deja de pensar en su dolor para tratar de calmar el dolor ajeno. Con esa actitud, automáticamente eleva su vibración y asciende de nivel.

Otras informaciones equivocadas decían que la Octava Esfera destruía por completo la esencia del mal. No la destruye, la transmuta..., pero la transmuta porque el espíritu aprende su lección.

La mayoría de los Espíritus del Error habitan en los planos 2 y 3. Su aprendizaje en esos planos es lento y por eso vuelven a encarnar. De esa manera tienen la oportunidad de evolucionar de una forma más rápida.

Claro que el riesgo es grande, pues ningún espíritu encarnado recuerda sus vidas anteriores, como tampoco tiene memoria de sus vivencias en los planos suprafísicos. Y en lugar de evolucionar puede seguir cometiendo errores, generando un karma mayor que el que trajo al plano físico.

En el plano 4 moran los espíritus que lograron ascender al grado de Maestría, eliminando el ego por completo y asumiendo su vocación de servidores. Son entidades que dedican todo su tiempo a servir a sus semejantes, pues carecen de necesidades propias.

También buscan orientar a aquellos espíritus que han perdido el rumbo hacia la meta evolutiva.

El plano 5 está habitado por Espíritus de Luz. Son entidades de una vibración tan elevada que “su brillo” se destaca del de otras almas de menor nivel.

Su misión no solo es Servir, sino también guiar a sus semejantes.

Por encima de los Espíritus de Luz está el mundo angélico. Es el plano 6 del universo suprafísico y los seres que viven en él son los tan conocidos ángeles.

Hay planos superiores, cuya vibración es infinitamente más sutil: el plano 7, que es donde moran las Energías Crística y Búddhica, y el plano 8, donde habitan los elohim o dioses menores.

Hay incluso planos más elevados, que se acercan al Absoluto, el Dios creador de todos los planos y todos los universos.

  

1  Una parte de la teoría cuántica de supercuerdas que expuso en Estados Unidos, en 1998,  el físico argentino Baldacena, coincide con este enunciado.

 

2  En rigor, la palabra thetán es más apropiada utilizarla para denominar al espíritu cuando se encuentra encarnado, tanto al 10 % que anima el cuerpo físico como al 90 % restante que queda en su plano vibratorio de origen, y llamarlo directamente "espíritu" cuando no está encarnado, es decir, cuando está íntegro en su 100 %.

 

3  La Misericordia Divina es la virtud del Absoluto de permitir la evolución del espíritu. No confundir con el  perdón,  pues Dios no necesita perdonar porque no castiga. 

 

 

 

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