Sesión de psicointegración 12/6/06 - Sobre la manipulación
 
Sección Psicointegración y Psicoauditación

 

De Jorge Olguín.

 

Vamos a referirnos al tema de las manipulaciones.

Generalmente la persona que manipula busca someter a la otra persona a sus caprichos, ya sea para sacar alguna ventaja material, alguna ventaja afectiva, y hay muchas maneras de manipular, obviamente.

Se puede manipular en forma indirecta mediante rol de víctima cuando la persona no ejerce todo poder; se puede manipular cuando las fuerzas son equiparadas, mediante rol de intrigante. Se puede manipular desde una fuerza superior mediante rol de inquisidor, un jefe con un empleado o una empleada. Siempre las manipulaciones son productos del ego, buscan someter a la otra persona a su antojo, cortándole el libre albedrío.

Una de las maneras que tenemos para defendernos de esas manipulaciones es nuestra dignidad. La gente a veces confunde dignidad con orgullo, y a veces confunde orgullo con falso orgullo. Entonces vamos hacer un pequeño repaso de cada cosa.

El orgullo, a diferencia de lo que muchos piensan no es negativo. Es una autoestima elevada por cosas que conseguimos nosotros o consiguen nuestros seres queridos. Tenemos un hijo que la escuela saca buenas notas o fue abanderado y tenemos un sano orgullo.

El falso orgullo es el orgullo pedante, el orgullo infantil, es el orgullo egoico de decir bueno, Laura discutió conmigo, no me voy a rebajar a llamarla porque es culpa de ella. Ya no me voy a someter a sus caprichos. Digamos que hay una especie de competencia a ver quién afloja primero. Es el falso orgullo, no es un orgullo verdadero.

El orgullo verdadero está relacionado con la dignidad. De todas maneras la dignidad yo la tomaría como un escalón más arriba que el orgullo. La dignidad es no permitir que otros nos hagan lo que nosotros no les haríamos a ellos. Dignidad es no someternos a la arbitrariedad de nadie, a nuestro propio juicio.

Ahora bien, cuidado, cuidado también con eso, no siempre nuestro juicio puede ser acertado, no siempre nuestro juicio puede ser preciso porque los estamos viendo desde nuestros propios ojos, y podemos no ser impersonales, podemos estar personalizando. Entonces no es falta dignidad aceptar la orientación de otro. Lo que es falta de dignidad es someterte a los caprichos del otro. Pero si yo de repente tengo una duda con determinado tema, con determinada cuestión, o con determinado proyecto, no está mal que puede pedir auxilio a terceras personas, que pueden saber lo mismo que yo, más que yo, o menos que yo. Pero llegado el caso, una orientación oportuna puede ser útil como para que yo desvíe el camino y tome el rumbo correcto.

La dignidad significa estar siempre con la frente a alta, con tranquilidad de conciencia, y aunque en algún momento dado hayamos sido manipulados, aunque en algún momento dado hayamos sido vencidos, aunque en determinados momentos hayamos sido sometidos, nunca van a someter nuestra dignidad, porque nuestra dignidad tiene que ver con seres de honor.

En el mundo espiritual la palabra honor no tienen significado concreto, porque un ser de luz es un ser que vive para servicio, vive para ayudar, vive para orientar. Entonces, hablar de honor, hablar de nobleza es algo cotidiano en aquel que sirve.

Nosotros hablábamos en grupo la vez pasada sobre la fidelidad, si había algo superior a la fidelidad, ya sea en una relación de pareja o en una relación de amistad. Sí, hay algo superior a la fidelidad, es la lealtad. Porque la lealtad comprende mucho más, abarca mucho más que la fidelidad.

Fidelidad es el compromiso en determinado aspecto con alguien. La fidelidad de pareja con no engañar al otro, una fidelidad con un amigo, una fidelidad en un empleo de no robar dinero, una fidelidad como profesor de enseñar bien... La lealtad yo lo tomo como un modo de vida que comprende la fidelidad. Digamos que la fidelidad está comprendida en la lealtad.

¿Qué hay más allá de la lealtad? La nobleza. Porque la nobleza aparte de ser un modo de vida como la lealtad, aparte de marcar una manera de ser, describe a la persona. Una persona noble, de corazón noble, de alma noble, por lógica tiene que ser leal. Por lógica va ser fiel a sus principios, porque ésa persona va a tener principios.

¿Qué significa principio? El principio, y no vamos a tocar el diccionario, lo vamos a interpretar de una manera espiritual, espiritual y amplia porque abarca mucho más que lo que dice el diccionario; vamos a tomar el principio como la facultad que tiene uno para encaminarse en el camino correcto, para acordar consigo mismo lo que es la tranquilidad de conciencia y no salirse de esa ruta. Ese es el principio. Se llama principio al don que tiene cada uno de mantenerse firme y de no temblarle la muñeca ante cualquier dificultad. Es una persona que se mantiene con principios sólidos, es una persona que es noble, que es leal, que es fiel. Eso es el principio.

Lo opuesto a todo eso es la persona manipuladora, como comentaba al principio de la Psicointegración. Una persona manipuladora, primero y principal manipula porque no tiene el carisma para conquistar. Manipula porque no tiene la suficiente sabiduría para hacerse amar. Porque en realidad, ¿cuál es la fórmula para hacernos amar? Amar. Si amamos nos aman, porque el universo es un espejo. Pero como le dije a muchos consultantes, no amamos para obtener una recompensa de amor; amamos porque nos surge de nuestro interior. Que nos amen o no en realidad no nos tiene que concernir. Nos van a amar por añadidura, sí, pero no es algo con lo que nosotros hayamos de especular. Lo mismo cuando se refiere al servicio. Nosotros no somos útiles al otro para que después nos sean útiles a nosotros, porque nosotros vamos a hacer servicio con un amor impersonal. Y recuerden que el amor impersonal no necesita. El amor impersonal da.

Si luego nos dan en consecuencia por el acto de nosotros haber dado, bienvenido sea, porque tampoco vamos a ser absolutamente falsos, orgullosos, de decir no no no, no precisamos nada, porque todo mundo precisa, ya sea una caricia, ya sea un abrazo, porque hasta los maestros de luz gozan con el abrazo cuando están encarnados. Y gozan con el abrazo conceptual cuando no están encarnados.

¿Por qué manipulan aquellos seres bajos espiritualmente? Porque quieren llamar la atención, necesitan, porque no saben cómo hacerse notar. Entonces carecen por su manera poco delicada de ser, son rechazados y en lugar de cambiar de tesitura, de cambiar de postura, de decir bueno, voy a tratar de agradar al otro, no, todavía se sienten ofendidos en su honor; luego vamos hablar de lo que es el verdadero honor, porque esto que estoy hablando no es el honor. Es lo que ellos creen que es el honor que en realidad es el ego. Y buscan la venganza especulando, ya sea para poder, ya sea mediante el rol de víctima, ya sea mediante un rol inquisidor.

La mayoría de las veces, la mayoría de las manipulaciones son por rol de víctima. Generalmente tratan de transferir culpa al otro por algo que le hacen creer que ese otro hizo; has llegado tarde, me has dejado abandonada, mira como estoy, si a mí me pasaba algo la culpa hubiese sido tuya. Esa transferencia de culpa muchas veces al otro le llega: y no tendrán razón, y no será que me comporté como un canalla, y no será que tendría que haber avisado...

Pero a veces la otra persona no lo hace a propósito. A veces se puede pasar el tiempo, a veces se distrajo en determinada tarea... Si bien uno en una relación de pareja o en una relación de amistad tiene que estar pendiente del otro, pendiente no estoy diciendo sobresaturar, ni asfixiar, ni estar encima todo el tiempo. Estar pendiente si la otra persona necesita algo. Pero muchas veces como son los seres humanos falibles, es lo que quiero hacer entender, falibles, a veces se nos pasa, no podemos estar en todo, no podemos abarcar todo, no somos Dios. Somos parte de dios. Pero no somos el todo. Somos una molécula del todo, una molécula que sigue un camino evolutivo, pero molécula al fin. No exijamos de nosotros más de lo que dan nuestras fuerzas. Vamos creciendo paso a paso, y, como advertencia, sana advertencia, siempre vamos a tener resbalones y caídas.

El secreto es volver a ponernos otra vez de pie, como el ave Fénix, resurgir de las cenizas, comenzar nuevamente el camino. Eso lo vamos a hacer una y 1000 veces. Pero no cometamos el rol de víctima, de lamentarnos cada vez que fracasamos. Tomémoslo como una enseñanza sana, y a partir de ésa enseñanza sana seguir. Pero tampoco cometamos la pedantería de decir yo esto ya lo pase, ya sé de qué se trata. Porque cada experiencia es única, cada trabajo es único, cada amistad es única, y cada pareja es única.

Escuche hablar a una señora en un taller que decía sí, sí sí sí, yo estuve tres veces en pareja, ya conozco a los hombres. Me he reído interiormente porque también me reído cuando un amigo me dice ya conozco las mujeres porque he tenido varias parejas. Y yo lo miraba y le decía Ho, pero que ingenuo que eres. Te crees que porque conoces un par de personas conoces a todas las personas, y no sabes que cada persona es única, distinta, diferente; gracias a Dios, gracias a Dios.

Aún las almas gemelas que vibran en la misma sintonía son distintas unas a otras en algunos aspectos. Porque no es obligatorio tener los mismos gustos. Vibrar en sintonía significa tener la capacidad, la cordura, el entendimiento y la amplitud de criterio de ponerse de acuerdo. Capaz que no se pongan de acuerdo ni la primera intentona, pero una persona elevada, que vibre en sintonía va a saber acordar con el otro.

Pero como dije en una de mis primeras sesiones, las almas gemelas no son sinónimo de llevarse bien siempre, porque las almas gemelas de los planos densos van a ser como dos perros mastines que tratan de compartir un hueso. No van a compartir, pueden llegar hasta a despedazarse por esa presa codiciada llamada hueso. No es tan sencillo.

Completo entonces el tema de la manipulación. Manipular es cortar el libre albedrío del otro, y es de alguna manera cortar el legado maravilloso que nos dio el padre, que es nuestra libertad de optar. Aquella persona que manipula, o aquella persona que toma por la fuerza algo, aquella persona que somete por la fuerza no es una buena persona, no es una persona inherentemente buena. Y creo que en eso hay algo más allá de una mente reactiva, de un engrama, de un rol del ego. Son personas que tienen un trasfondo perverso, y que precisan no solamente mucha luz, mucha ayuda, mucha orientación, sino también muchas encarnaciones para ir limpiando su espíritu de esas impurezas negativas.

No es todo blanco ni todo negro. Hay miles y miles de gamas de grises, sino sería todo tan sencillo... Y quiero que entendáis a lo último que ninguna técnica es la varita mágica, ni siquiera Psicointegración, una técnica que he creado con mucho amor y a la que respeto, porque con una breve charla, una humilde charla enseña a cada uno a manejar sus roles del ego para que el yo central sea el que tenga el timón y no caigamos en impulsos vanos, en caprichos tontos. Hasta Psicointegración no tiene la varita mágica. Le puede servir más a uno que a otros.

Me había quedado colgado en el tintero el tema del honor. Habíamos hablado de la lealtad, de la fidelidad. El honor yo lo relaciono con los principios. Una persona de honor es una persona que tiene principios. No puede haber principios si la persona tiene deshonor, porque la persona que no es honorable carece de principios, traiciona, no es leal, no es fiel. Entonces toda la cadena se cae. Se precisa el honor para que la persona tenga principios sólidos, espirituales, correctos. Se precisan principios sólidos para que la persona sea leal, y se precisa lealtad para que la persona tenga fidelidad, para con los demás y para consigo mismo.

Mucha gente tiene una idea equivocada de lo que es la fidelidad, lo que es la lealtad. Pasa por mucho más allá de no cometer un engaño. Pasa por ser fiel a los principios de vida. Pasa por ser fiel a lo que uno quiere. Pasa por lo que nosotros aquí decimos de no ser veleta, no ser ciclotímico, no cambiar de idea todos los días. Porque entonces somos como aquel perro perdiguero que no sabe qué perdiz cazar y va para una, para otra... Tenemos que de alguna manera tener una meta, no una meta ciega como la zanahoria del conejo que el conejo la sigue corriendo, o cómo el hueso del galgo que el galgo lo sigue corriendo en carrera. No no no, una meta definida, concreta, y pensemos que no es una única meta porque pueden pasar dos cosas: que esa meta se frustre, entonces elegiremos otra sin bajar los brazos, o que la alcancemos y luego qué, ¿nos quedamos cruzados de brazos? No, inmediatamente nos tenemos que buscar otra meta. Que desgaste dirán muchos. Desgaste si tomamos las metas como obligaciones, desgaste si tomamos el servicio como obligación. Desgaste si tomamos la lealtad como obligación. Desgaste si tomamos un modo de vida correcto por miedo. Eso es desgaste. Pero si todo lo que nosotros hacemos para bien nuestro y para bien de los demás nos crea felicidad no vamos a tener desgaste ninguno. Y si toda persona tomara la conciencia de lo hermoso que es pensar en el otro como un igual a nosotros, como un hermano igual a nosotros, no habría necesidad de que nadie manipule a nadie.

Y por último, para aquellos que aún insisten en manipular, qué bueno que es que aprendan a respetar el no del otro. Porque no siempre le vamos a caer bien a todo mundo. De 10 personas le podemos caer bien a tres, a otras tres más o menos, a cuatro no, y esta bien que así sea, porque no vibran en nuestra sintonía o nosotros no vibramos en la sintonía de ellos. Respetémoslos, no los invalidemos. No será su tiempo o no será nuestro tiempo, porque nosotros no somos los dueños de la verdad. Estamos en busca de la gran verdad, y tenemos nuestra verdad que la vamos a defender, pero no vamos a encasillarnos en esa verdad. Tenemos que tener los ojos bien amplios, casi tan amplios como nuestro criterio, y ver que si el otro está diciendo algo importante, captarlo, entenderlo, compartirlo. Si nosotros lo compartimos, cada día vamos a estar más aferrados a los demás, y eso es lo importante. Aferrado no significa no permitirle libertad de acción al otro, el espíritu aferrado al otro espíritu. Me refiero al tomar al otro de una manera cariñosa pero sin esposarlo, sin encadenarlo.

El abrazo, para terminar, tiene que ser no un abrazo de asfixia sino que tiene que ser un abrazo cómplice, pero cómplice en el buen sentido, cómplice de compartir vibración, cómplice de compartir energía, cómplice de compartir luz. Y el otro en lugar de sentirse presionado, se va a sentir con una libertad tan grande, con unas ganas de estallar para bien como los fuegos artificiales en la época de fiestas. Seamos fuegos artificiales. Estallemos nuestro espíritu. Es eso.