Psicointegración 23/9/08. Mentes
reactiva y analítica
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Psicointegración 23/9/2008 De Jorge Olguín.
Jorge Olguín: Nosotros, los seres humanos, tenemos varias mentes. La mente que nos hace pensar, que nos hace refrenar impulsos, que nos hace recapacitar, esa es la mente analítica.
La mente analítica está alojada en lo que llamamos la corteza cerebral, que está justo debajo de la tapa craneana. (1) Esa es nuestra mente analítica.
En el medio del cerebro, hacia delante, tenemos una glándula que se llama amígdala (2) -que no tiene nada que ver con la de la garganta, que antes operaban tanto a los chicos y ahora no tanto- y allí es donde se aloja la mente reactiva. La mente reactiva es la mente que se maneja con impulsos.
Yo comentaba años atrás que nuestros ancestros -te hablo de miles y miles de años- no tenían mente analítica, eran exclusivamente impulsivos. Veían un smilodonte (3) y no decían: "¿Lo venceré? ¿Me comerá?" Automáticamente tenían décimas de segundo para escapar. O veían un mamífero pequeño y no pensaban: "¿Lo cazaré o no lo cazaré?" Directamente tomaban un pedrusco, una piedra grande y se la tiraban al pequeño animal para cazarlo. Esa mente reactiva les salvó la vida a muchos de nuestros antecesores en aquella época debido a que era una mente absolutamente instintiva.
A medida que el ser humano fue evolucionando fue teniendo un pensamiento conceptual. Ya dibujaba, incluso, en las cavernas. El hecho de dibujar ya lo hacía ser analítico.
El análisis no fue del todo beneficioso para el ser humano, porque al pensar, ese mismo analizar le empezó a hacer creer en dioses y demonios. Le tenía miedo al trueno y un día, de repente, mató un animal y paró de llover. Entonces pensó erróneamente: "¡Uy! Al dios de la lluvia le sacrifiqué un mamífero pequeño y paró de llover. Entonces ese dios se alimenta de sacrificios"
Error, error, error, error. Obviamente que es un tremendo error. A medida que la civilización fue avanzando, la ceremonia del sacrificio fue también avanzando; o sea, si bien el ser humano era racional, era irracional en cuanto a dioses y demonios. Los dioses y demonios merecían sacrificios. Desde la antigüedad -incluso en América antes del año 1400- los mayas, los aztecas, los incas, que aparentemente "eran más avanzados" que otros indígenas del continente vivían con sacrificios. De repente había un volcán que estaba activo y mataban una joven virgen o un joven mancebo y lo tiraban a la boca del volcán; y bueno, no es como en las películas que a los cinco minutos el volcán se callaba. Pero por algo, en un día u otro, ese volcán dejaba de rugir, y ellos pensaban: "Fue por el sacrificio que hicimos".
O sea, desde la antigüedad, desde miles y miles de años atrás hasta hoy, año 2008, en algunas religiones todavía se basan en los sacrificios para acallar a dioses o a demonios.
La mente reactiva, con el tiempo, fue siendo inútil, porque ese ser peludo del pasado empezó a usar garrote primero, después fue puliendo ese garrote, lo transformó en lanza, con el tiempo ya tenía arco, flechas, entonces ya los mamíferos grandes no los podían vencer tan fácilmente. Esa mente reactiva ya era inútil. Pero como la mente reactiva está grabada en los genes del ser humano desde hace miles o millones de años y la mente analítica puede tener de diez a treinta mil años nada más, siempre la que va a reaccionar va a ser la mente reactiva y no la mente analítica.
Casos, ejemplos, un ejemplo que cuento siempre, que es muy penoso. Estaba en una parada de un bus y había un papá de treinta y algo de años con un nene muy chiquitito que corría de aquí para allá esperando al bus. El papá le decía que se quedara quieto y como el nene no se quedaba quieto, lo tomó de una muñeca, por encima de la mano, lo levantó hasta la altura de sus ojos y lo empezó a patear en las extremidades. Abrió la mano, lo soltó, y el nene cayó como saco muerto, se golpeó, se lastimó y lloró. Tardó tres, cuatro segundos el papá en reaccionar: "¡Qué hice!" Lo levantó y lo cubrió de besos. El cubrirlo a besos no le iba a calmar el dolor que le provocó antes.
Bueno, esa es la mente reactiva. El papá primero reaccionó con esa mente. Luego, la mente analítica lo hizo entrar en razón: "¿Qué estoy haciendo?" Pero como la mente reactiva está grabada de muchos miles o millones de años antes sale primero a la luz. ¿Esto significa que estamos condenados? No; esto no significa nada. Esto significa a qué mente nosotros le damos cabida. Si nosotros vivimos en estado de alerta le vamos a dar cabida a la mente analítica. Un joven me escribió vía e-mail diciéndome:
Joven: - ¡Pero lo que usted dice es absolutamente tremendo!
Jorge Olguín: - ¿En qué sentido?
Joven: - Sí, en el sentido de que es peor que estar reactivo, estar alerta permanentemente, si nos pasa algo, vigilarnos, vernos, como que fuéramos nuestro propio sistema de seguridad.
Jorge Olguín: - No, no es tan así; porque uno se acostumbra.
Es cierto que el ser humano es un animal de costumbres -en algunas cosas- y se acostumbra a estar alerta; después se está alerta normalmente como respirar. Uno después que está alerta se vuelve gentil, se vuelve atento, deja de estar reactivo. Quizá no puedas impedir que te suba un golpe de adrenalina en la boca del estómago cuando veas una actitud injusta de alguien pero sí, si estás alerta, va a impedir que reacciones; vas a tener el golpe, esa pequeña taquicardia, pero de ahí no vas a pasar salvo que sea algo grave donde sí que tengas que intervenir porque hay un riesgo de otra persona o el tuyo mismo. Pero normalmente nos acostumbramos a estar alerta, a que la mente reactiva no actúe.
Hay infinidad de casos como este que conté del señor del autobús, como por ejemplo: la chica que venía a consulta porque llevaba meses detrás de un muchacho. La oriento como para que logre, de alguna manera, llegar a conquistarlo y empiezan a salir. Un día van a una confitería a tomar algo, el muchacho dice algo que a ella no le cae bien y toma la bebida gaseosa que tenía en la mano y se la tira en la cara. Cuando sale a la calle, se toma la cabeza y dice: "¡Ay, pero Dios!". Dijo un epíteto, pero peor; o sea, se insultó ella misma con gruesas palabras. Viene al día siguiente a mi consulta y me dice: "¡Metí la pata hasta el cuello! ¿Qué hago? ¿Hay posibilidad de que vuelva otra vez a reconquistarlo?"
Le digo: "No sé, yo no te puedo dar la seguridad de que puedas volver a conquistarlo. A veces un impulso dado imprudentemente o una palabra dicha fuera de lugar puede tardar en borrarse o a veces no se borra nunca. Entonces, después, hay que hacer muy buena letra para volver a reconquistar esa colina que habíamos tomado. Es muy pero que muy difícil el tema".
La mente reactiva fue descubierta por Ron Hubbard en los años 50 del siglo XX. Esa mente fue la primera mente reactiva descubierta que era la mente reactiva automática. Esto significa que la persona está cruzando la calle distraída, suena la bocina o claxon y la persona automáticamente se aparta hacía atrás y el carro (coche) pasa por al lado. Digamos que esa mente reactiva automática le salvó la vida.
En aquel entonces no se llamaba mente reactiva automática, se llamaba mente reactiva. Cuando yo -en el año 1997- descubrí la segunda mente reactiva, que es la mente reactiva impulsiva, hubo que denominar a la primera mente descubierta por Ron Hubbard, mente reactiva automática.
La diferencia entre las dos mentes vino por un debate que tuvimos mi colaborador, y yo hace diez años. Decíamos si la verdad era analítica o reactiva y yo decía que la verdad era reactiva porque la persona que está reactiva no tiene ni tiempo ni ganas de urdir una mentira, le sale lo que le sale, le sale la verdad. Él me decía: "No, porque la mente reactiva automática es como un refrigerador, como un freezer, ni miente ni dice la verdad, no tiene pensamiento".
- Sí - le decía yo. - Esa mente reactiva impulsiva, de alguna manera, hace que la persona sea auténtica y diga lo que le sale en ese momento.
Como no nos poníamos de acuerdo, entonces le dije:
- Bueno, evidentemente los dos tenemos razón, lo que pasa que los dos estamos hablando de dos mentes reactivas distintas: la automática, que es la original, la que ni miente, ni dice la verdad, porque es un RE-FLE-JO; y la mente reactiva impulsiva, que es la que dice la verdad porque es lo que te sale de adentro. “Eres un inútil. No sirves para nada, no le pides este aumento a tu jefe, bueno para nada, bla, bla”. Cuando a la persona se le pasa: "¡Oh, yo no quise decirte eso! No era cierto". Sí era cierto, era lo que pensabas. Que después te quieras corregir es otra cosa.
Esto fue en 1997 o 1998. En el 2003 descubrí otra mente reactiva. La mente reactiva depresiva.
La mente reactiva depresiva, también dice la verdad. Es esa mente donde la persona está absolutamente depresiva, está saliendo en una relación de pareja nueva, pero está dolida con un duelo por una separación anterior y la persona depresiva le dice a su pareja momentánea: "Estoy vacía por dentro, no siento absolutamente nada. Verdaderamente es como que no tengo ningún sentimiento adentro, porque no… No sé, estoy vacía en este momento".
Y luego pasa. Al día siguiente por teléfono: "¡Oh, no quise decir eso, por ti sí tengo sentimientos!"
No, no. Lo que dijiste el día anterior a la noche, que te sentías vacía, es lo que verdaderamente sentías. Que al día siguiente lo disfraces, o porque estás de buen humor creas que sientes algo, es otra cosa. Pero la verdad es que no, porque la mente reactiva depresiva dice la verdad. La mente reactiva depresiva no miente.
Hay algunas excepciones. Hay personas que están reactivas y aumentan la ofensa a la otra persona para herirla. O sea, no me estoy contradiciendo; la mente reactiva impulsiva dice la verdad, pero hay personas que están absolutamente sacadas y para lastimar al otro exageran: "Nunca me has hecho feliz". "Verdaderamente estos siete años que estuve contigo no han servido para nada ni siquiera en el primer día". "No sé para qué te presté atención". Está diciendo parcialmente la verdad porque la está disfrazando con mentiras. ¿Entonces, es una contradicción a mi teoría original? No, porque yo también dije en distintas oportunidades que la mente reactiva, a veces abreva de la mente analítica. Yo nunca dije que la mente analítica fuera buena, yo dije que la mente analítica hace pensar a la persona -pero también se puede pensar en una estafa- entonces, esa mente analítica, en ese momento, surte a la mente reactiva y la persona reactiva ofende a la persona más de la cuenta para lastimarla; le dice cosas que incluso no piensa. Entonces, en la mayoría de los casos, la mente reactiva dice la verdad. En este caso también dice la verdad pero lo sazona -como cuando sazonamos una comida- con algunas mentiras para lastimar más a la persona. Pero sigo insistiendo que la mente reactiva impulsiva dice la verdad. A veces puede aumentar esa verdad para lastimar a la persona y torturar en ese momento...
Asistente_1: Por un enojo, digamos.
Jorge Olguín: ...por un enojo totalmente, porque la persona está totalmente reactiva.
Asistente_2: ¿Puede ser a la inversa?
Jorge Olguín: ¿Cómo sería a la inversa?
Asistente_2: Sería por ejemplo alabando.
Jorge Olguín: No. La mente reactiva no alaba nunca, pero sí es irónica. Voy a dar un ejemplo que es lo más importante: “Claro, el señor ahora se arregla, el señor ahora se va y yo me quedo acá. Muy bien, te felicito… Eres un genio, lo mejor que hay, la verdad… ¿Qué se podía esperar de ti? ¡Jejejé!" Digamos, ¿lo alaba?
Asistente_2: Sí...
Jorge Olguín: Pero lo está ofendiendo; en realidad lo está tirando abajo.
Asistente_1: Es un halago hipócrita.
Jorge Olguín: Es un halago hipócrita. Entonces, la mente reactiva nunca va a alabar de verdad, ni siquiera para sacar ventaja. La que alaba para sacar ventaja es la mente analítica. Que sea la mente analítica -como dije antes- no significa que sea una mente buena. Una persona que urde una mentira o una estafa o de repente tiene un plan para sacar alguien de en medio...
Asistente_1: ¿Y los que alaban a alguien idolatrándolo por miedo?
Jorge Olguín: No. Eso directamente lo hace la mente analítica, pero también lo hace absolutamente para sacar ventaja de alguna manera.
No siempre se saca ventaja del otro sacándole algo. De repente, tú tienes un cargo sobre mí siendo un jefe tirano, si yo, de alguna manera, te halago para que me trates mejor, entonces no te estoy sacando algo material, te estoy sacando buen trato. No deja de ser astucia. Eso no sería un acto hostil de mi parte, sería hipócrita, pero no hostil. No siempre el ser hipócrita es ser hostil. Simplemente estoy alabando a la persona y estoy diciendo una mentira para evitar incidentes negativos hacia mi persona.
Siempre nos enseñan los Maestros que la mentira es hostil, pero depende de qué mentira, cómo se va a preparar esa mentira y para qué va a servir esa mentira. Con una persona que está muy grave, no vamos a hacer como en el cuento español que llega un hombre al hospital y dice: "¡Ah, Manuel, conque agonizando y no me has dicho nada!". No. Eso me parece totalmente cruel. Es un chiste de hace muchísimos años.
No en todos los casos es hipocresía, sino que es ética, es diplomacia… Si no existiera la diplomacia, los políticos de distintas naciones dirían: "¡Qué te voy a estrechar la mano a ti! Me has arruinado veinticinco años de carrera. ¿Por qué no te pudres en el averno? Y bla, bla, bla". No, no. De alguna manera es como que en nuestra sociedad se necesita ética y se necesita diplomacia. Lo correcto, lo ideal, es que esa ética la tuviéramos por nosotros mismos; o sea, no por cálculo: "Bueno, yo voy a ser diplomático para ver qué obtengo en este trabajo o qué obtengo con esta persona". No es acto hostil, insisto, mientras la obtención es buen trato. Podría ser acto hostil si a la persona se le quita algo de su pertenencia, por el halago, por la diplomacia o por lo que fuera. Si es solamente por buen trato, para que nuestro patrón nos trate bien, no es un acto hostil. Acto hostil es todo lo que lastima a terceros. Si de repente, tú eres mi patrón y yo te halago y de alguna manera como que eres más elástico conmigo no estoy cometiendo un acto hostil porque no te estoy lastimando, no te estoy hiriendo...
Asistente_1: No, estás tratando que no te hieran.
Jorge Olguín: Exacto, estoy tratando que no me hieran a mí. Entonces, no es un acto hostil. Es una supervivencia, de alguna manera. Y esto lo urde la mente analítica.
Esa es la diferencia entre la mente analítica y la mente reactiva. La mente analítica es una sola que tiene varias raíces o varias ramas, o para arriba o para abajo; vamos a decir varias ramas.
La mente reactiva dice la verdad. La impulsiva, la depresiva. La impulsiva se abreva de la mente analítica; puede mentir un poquito o albergar una dosis de mentira pero sigue diciendo la verdad. La mente reactiva automática -que esa ya fue descubierta antes de que yo empezara con el tema espiritual- ni miente ni dice la verdad porque es un reflejo condicionado, -llamémosle reflejo condicionado para que se entienda- y hay distintas variantes de mentes, pero esto es lo más importante en el ser espiritual.
Otra de las cosas que ayuda a la mente reactiva a que se nutra es el ego. El ego es otro fruto de la mente reactiva pero distinto. Puede ser más sutil. El ego es como que tuviera vida propia. El ego se disfraza, el ego se camufla, el ego se esconde, el ego trata de sobrevivir.
Hay personas que tienen un ego gigantesco y lo disfrazan a través del servicio. En la versión de Siddhartha de Hermann Hesse, el protagonista en mitad del libro empieza a hacer servicio, pero lo hace en función de competencia porque su ego lo impulsa a ser útil; pero mira a ver quién está dando más y está haciendo la competencia. Esta competencia desgasta, quema energía, va destruyendo el espíritu porque es una competencia que no llega a ninguna meta, simplemente va en caída libre. Hasta que verdaderamente Siddhartha, en la novela, termina descubriendo que el verdadero servicio está exento de todo tipo de ego, que no tiene que competir contra nadie, que sirve únicamente por goce, para ayudar a los demás y que si ve al otro feliz, está feliz él. Ahí sí está exento de ego. Pero el ego se camufla, el ego se disfraza permanentemente. El ego es un lastre tan grande que nosotros tenemos, pero tan grande… Y hay más, el ego en realidad no existe como tal, somos nosotros mismos; nosotros mismos somos el ego. No es que el ego fuera independiente de nosotros, como las personalidades psicológicas freudianas de Sybil donde una personalidad no reconocía lo que hacía la otra. Nosotros perfectamente nos acordamos de lo que hacemos impulsados por nuestro ego. De repente si tenemos determinado apetito el ego va a decir: "Toma eso. ¡Qué importa después! Coge ese fruto. No importa lo que pase después". Una vez que te sacias, otro ego dice: "¿Qué has hecho? ¿Y ahora cómo arreglas esto? ¿A ti te parece? ¡Mira lo que has tomado!". "Sí, tienes razón". Y viene otro ego más, con rol de víctima: "No sirvo para nada, nunca voy a salir adelante, me dejo manejar por mis impulsos". Son distintos egos que manejan a la propia persona.
Hay ejemplos muy prácticos para esto. Por ejemplo, hay seres que de repente han dejado una relación de pareja y tratan de saciar su sed de pareja con otra relación que no les llama la atención y una vez que sacian esa sed ven que siguen con la misma sed o más sed que antes y se sienten vacíos, neutros, depresivos, porque no era lo que esperaban, simplemente el ego los había cegado pensando que ese nuevo manantial le iba a hacer olvidar el manantial anterior. Eso es obra del ego. El ego, de alguna manera, es como que anula los sentidos de la mente analítica porque el ego no es analítico, el ego nunca es analítico. Pero cuidado porque al igual que la mente reactiva impulsiva en algunos casos, el ego también abreva de lo analítico; porque el ego para saciar su sed o su apetito trama cosas. El ego convence, el ego se disfraza tipo pavo real que abre su cola para atraer a la hembra, el ego también se disfraza… Una vez que la persona cometió el acto hostil, el ego se esconde como esconde la cabeza el avestruz. O sea, que el ego primero es el pavo real y después es el avestruz que esconde la cabeza. "¡Yo no fui!". Pero no hay una excusa porque el ego somos nosotros mismos. De la misma manera que yo antes dije que teníamos que estar "alerta" a que la mente reactiva no nos invada y no digamos palabras hirientes y después nos arrepintamos, también tenemos que estar alerta con respecto al ego de no dejarnos manejar por este tremendo lastre que es la contra de la evolución; porque cuando el ego nos maneja cometemos torpezas, errores, actos contradictorios, actos hostiles, somos indiferentes, hacemos mil cosas negativas dominados por el ego.
Los engramas pueden desactivarse. O sea, los engramas pueden erradicarse de la persona. Hay engramas que quedan muy ocultos también pero generalmente pueden erradicarse.
Los roles del ego, no, nunca. El ego jamás se puede destruir porque forma parte de nosotros. El ego lo que hace es integrarse; se integra. Por eso mi técnica se llama Psicointegración y no psicodestrucción. Integra los roles del ego en un Yo Central. El que manda, el que lleva la batuta y el que dirige la orquesta, es uno; es nuestro Yo Central. Los roles ya no están dispersos en la periferia, ya están todos contenidos. Pero siempre puede salir un ego. No estamos exentos. Ni el mejor de los Maestros ni el mejor de los sabios va a tener su ego integrado las 24 horas del día durante toda su vida física. ¡Es imposible! Siempre nos vamos a exaltar por algo, siempre va a haber algo que nos haga sentir mal.
Y hay egos pasivos. De repente alguien te hirió y te vas a llorar en silencio. Siempre te va a lastimar más una persona querida que una persona desconocida. Una persona desconocida puede intentar ofenderte y puedes hacer caso omiso pero una persona que está cerca de tu entorno, cerca de tus afectos, te puede lastimar porque tiene más poder, de alguna manera, a pesar de que yo siempre digo que el poder de la palabra se lo da uno, pero bueno; estamos hablando de seres muy cercanos, que tienen más poder y pueden llegar a lastimarte. Entonces, ese ego pasivo puede hacer que te encierres en tu habitación y llores en silencio. Llorar, está bien; es una especie de desahogo, pero esto significa como que el ego, de alguna manera, te sigue dominando.
Por otro lado, somos seres sensibles. Sensibles significa que somos mitad sentimentales y mitad emotivos. ¿Sentimiento? El amor es un sentimiento, el amor no es una emoción. El odio, la ira, pueden ser una emoción. El amor es un sentimiento. Pero como ya dije varias veces, el amor personal -que puede ser el amor de pareja, el amor de padres, el amor de hijos, el amor de hermanos- bebe de los dos lados: bebe del sentimiento y bebe de la emoción. Al beber de la emoción ese amor puede tambalearse porque como la emoción no es un sentimiento, la emoción es parte de la mente reactiva; entonces, el amor personal es celoso, puede ser posesivo, etc. También puede manipular para sacar ventaja a diferencia del amor impersonal que solamente piensa en dar y como el amor impersonal no necesita, no sufre. Pero como todos nosotros en el plano físico sentimos amor personal sufrimos de alguna manera, porque más o menos cada uno a su manera necesita. Aún el Maestro más alto necesita. Nadie puede estar del todo solo; todos necesitamos.
Hay una teoría espiritual que habla de que nosotros podemos ser poseídos por demonios. Dejemos de lado la parte de los demonios espirituales -que yo siempre digo que no tienen ninguna potestad sobre nosotros porque nosotros tenemos libre albedrío divino-, pero hay otro tipo de demonios que son los demonios interiores. Los demonios interiores pueden ser los engramas o puede ser el ego. Aquellos que nos hacen retorcer, aquellos que nos haces desvalorizarnos, aquellos que nos hacen pensar más de la cuenta en cosas que no es necesario pensar, aquellos por los cuales nosotros mismos hacemos ese efecto dominó pero en contra, que cada vez va creciendo, creciendo, creciendo más y montamos en cólera por algo que pasó, nuestros propios demonios son los que nos dominan y nos hacen cometer esos actos hostiles. Entonces, también tenemos que estar alerta contra eso, contra esos roles del ego que nos manejan tanto. Son demonios internos.
A veces me preguntan si podemos estar las 24 horas alerta. No, porque dormimos (risas). No estamos despiertos las 24 horas. Pero sí podemos estar alerta. Nos acostumbramos a estar alerta.
Muchas cosas nos duelen en la vida pero quien tiene más poder sobre nosotros, como seres humanos encarnados, son nuestros seres más cercanos. Cuanto más cercanos, más poder tienen. Cuando hablo de poder no estoy hablando de un poder real por el que nosotros obedezcamos tipo robot, que nos aprietan un botón y ya caminamos tipo zombis. No, no. Poder en el sentido que somos más vulnerables cuanto más amamos o cuanto más queremos. De acuerdo al caso somos más vulnerables. Eso nos pasa a todos. Aquel que dice que no es vulnerable es una roca y creo que a nosotros no nos interesa ser rocas; nos interesa vivir, sentir, gozar, complementarnos, sentir que somos contenidos y contener a otros porque todo tiene que ser un feedback.
Las religiones enseñan -algunas, como decía el Maestro Jesús- "pedir y se os dará", otras religiones o escuelas esotéricas dicen: "No, no hay que pedir, hay que dar". Yo digo: "No tenemos que ser tan estrictos, tenemos que hacer las dos cosas". O sea, el famoso canje de amor, pero no por especulación, porque si hay especulación ya es como que todo se enturbió, el agua ya está turbia. La especulación es como la gota de tinta en un litro de agua; una sola gota de tinta enturbió un litro de agua. Entonces, la especulación enturbia el servicio, enturbia ese canje de amor. Entonces uno lo tiene que hacer de verdad, porque lo siente. Si no, no lo hace -por lo menos no es hipócrita- hasta que esté preparado, hasta que sea su tiempo de poder hacerlo. Mientras tanto, que se abstenga.
No puedo dar una escala de valores porque yo no soy quién para decir una escala de valores, pero bueno, en el caso de que yo pudiera tener una escala de valores, primero valoro al que da servicio por goce, después al que dice: "No, no estoy preparado para dar servicio y no lo voy a dar. No quiero y punto". Perfecto; por lo menos no es una persona hipócrita.
Y en tercer lugar a la persona que hace el servicio para quedar bien. La pongo por detrás del que se cruza de brazos, porque el que se cruza de brazos es frontal y para mí es confiable. Aún no dando servicio es confiable. En cambio, la persona que da servicio con esa sonrisa dibujada de mentiras, para mi no es confiable. Es como el servil. Yo siempre digo que la gran diferencia entre servicial y servil es que servicial es el que se desvive por dar al otro. Servil, es el famoso ratón de oficina que con tal de quedar bien con su jefe, dice: "Le he preparado cien memorándum más". El jefe, a ese sujeto lo desprecia porque ese tipo de personas, el servil, puede traicionar hasta a su propia madre. El servil es la hipocresía al máximo exponente, pero no es una persona confiable en absoluto. Para nada. Cero confiable. Prefiero a la persona que dice: "No, no estoy preparado para ser útil". No la halago, no la aplaudo...
Asistente_1: Como los que se disfrazan de cordero y después es un lobo.
Jorge Olguín: Sí. Para terminar, por eso digo que la persona que directamente va de frente y dice: "Yo, esto no lo hago" pero mira de frente, no la voy a aplaudir, pero es confiable. Está por encima del hipócrita en mi humilde escala de valores.
(1) Corteza cerebral o córtex cerebral: es el manto de tejido nervioso que cubre la superficie de los hemisferios cerebrales, alcanzando su máximo desarrollo en los primates. Para seguir leyendo puedes pinchar en el siguiente enlace. http://es.wikipedia.org/wiki/Corteza_cerebral (2) Amígala cerebral: conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales de los vertebrados complejos, incluidos los humanos. Para seguir leyendo puedes pinchar en el siguiente enlace. http://es.wikipedia.org/wiki/Amígdala_cerebral (3) Smilodonte o smilodon: smilodon ("diente cuchillo" en griego antiguo) es un género extinto de felino dientes de sable de la subfamilia de los macairodóntinos. Para seguir leyendo puedes pinchar en el siguiente enlace. http://es.wikipedia.org/wiki/Smilodonte
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