Sesión de
Psicointegración 13/6/06 |
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Sección Psicointegración y Psicoauditación |
De Jorge Olguín. Sobre estatus económico, vanidad y otros roles
En nuestra vida cotidiana a veces es muy difícil congeniar con otras personas. Hay personas que le dan todo el crédito a lo material. Hay personas que le dan todo el crédito a lo que tú posees, a lo que tú tienes. Ignoran o no advierten o les es indiferente el trasfondo espiritual que pueda tener cada ser humano. Les interesa más lo externo, les interesa más el poder, les interesa más el figurar... Lo he visto tanto en varones como en mujeres, que son de una rama de sociedad que ellos llaman elevada. Tienen un status que ellos creen elevado y apartan a aquellas personas que son humildes de espíritu, que realidad son las personas que verdaderamente valen. No sucede así en todas las regiones, regiones donde hay personas que son no solamente hermosas por dentro sino también hermosas por fuera, y sin embargo tienen la apertura de corazón, de poder verse con todo mundo. Por el contrario a aquéllas personas, y no voy a poner como excusa qué bueno, ya vienen de familia así y fueron enseñadas así, porque aquel que es verdaderamente grande de espíritu no se copia los malos ejemplos, sino que a partir de ellos nace una nueva generación de apertura espiritual. Todo eso tiene que ver con los roles del ego, no cabe la menor duda de ello. La persona que busca aparentar, la persona que busca seleccionar, la persona que trata de sentirse más elevada y instruir a aquel que no esta en su mismo nivel es una persona que tiene un ego muy fortificado. Voy a poner el ejemplo de una joven, una niña de un barrio selecto y de repente tú la invitas a salir o a tomar una bebida, y si tú no tienes determinado coche de determinada marca no sale contigo, o si tú no tienes una cuenta bancaria importante o varias tarjetas de crédito en tu cartera te ignoran. Evidentemente te están haciendo un beneficio. Te están haciendo un beneficio porque que se están autoexcluyendo. Siempre he dicho que todos los extremos son malos, todos los extremos son negativos. Lo importante es el término medio. Es negativa la extrema pobreza porque la extrema pobreza causa sufrimiento, en muchas personas causa resentimiento, hay personas que se crían con odio, y la extrema riqueza también crea una enfermedad mayor que se llama indiferencia. Dejamos en claro que Psicointegración que es una de las herramientas que integra los yoes egoicos no está en contra del dinero ni está en contra de la riqueza, porque se ha dicho en varias sesiones de que el dinero es como el bisturí. Un bisturí puede servir para operar a corazón abierto y salvar una vida, porque todas las vidas son preciadas, o también para degollar a una persona. Entonces el problema no es el bisturí porque el bisturí no tiene vida propia, es la mano que maneja ese bisturí. Con del dinero es exactamente lo mismo. Cuando Jesús dijo en aquella oportunidad es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico al reino de los cielos, no se refería al rico en sí sino al avaro, a aquella persona que atesoraba todo para sí sin repartir nada. El dinero es una herramienta que sirve para dar tomógrafos a los hospitales, sirve para ayudar a fundaciones de niños discapacitados, de madres solteras, y infinidad de personas carenciadas que en este momento no viene al caso nombrar. Sin ir más lejos, y es un dato que tengo y me da vergüenza decirlo porque vivo en Buenos Aires, los hospitales públicos municipales de Buenos Aires, que son muchos, diciendo que Buenos Aires es una de las capitales más pobladas del mundo, hay un solo resonador magnético nuclear en funcionamiento en uno solo de los hospitales de toda la capital. Si hay resonadores nucleares en los sanatorios privados y en los hospitales privados, pero no en los hospitales públicos, y eso es una tremenda vergüenza. Nosotros sabemos y vosotros me preguntaréis y eso que tiene que ver con el tema del ego y de la Psicointegración, tiene mucho que ver. Tienen mucho que ver porque también el ego se apodera de muchos gobernantes que mal distribuyen la recaudación. Siempre digo que la salud y la educación son importantes para que todo pueblo crezca, para que no sea sometido como el ganado con un anillo en la nariz. Es necesario que el pueblo sepa pensar. Es necesario que todo el mundo aprenda a pensar y que tenga libertad de elegir, de optar. De qué nos sirve el libre albedrío divino si la gente después no sabe elegir. De qué nos sirve el que podamos optar si nuestra mente no sabe discernir. Es muy importante eso. Volviendo al tema del comienzo, porque hay gente que le da prioridad al dinero, que le da prioridad a la riqueza. No saben cómo engrandece la humildad. Muchos me preguntaréis si se puede ser humilde teniendo dinero. Por supuesto que sí, por supuesto que sí. Como dije recién el dinero es útil porque con el dinero uno puede donar resonadores magnéticos a los hospitales, uno con el dinero puede donar a asociaciones civiles sin fines de lucro, uno puede montar su propio instituto para poder ayudar a aquellos carenciados que no pueden pagar una cuota. ¿Saben que en muchos países no hay institutos para chicos discapacitados y que están cobrando hasta 1000 dólares por una atención mensual? siendo que estas familias preciadas no ganan siquiera la décima parte de ese dinero, y que si uno no tiene una obra social que los mantenga esos chicos quedan tirados. A veces me da vergüenza el compartir genes del homo sapiens sapiens con gente que decide otras prioridades. Psicointegración enseña, explica, da a entender que nosotros en nuestro espíritu tenemos un montón de ramificaciones. Esas ramificaciones son distintos yoes. A diferencia de la personalidad psicótica freudiana donde una personalidad no se acuerda de lo que hizo la otra persona, cuando a nosotros nos invade un yo agresivo o un yo pacífico o un yo conciliador o un yo bromista, nos acordamos qué hace cada yo. Lo que pasa es que los yoes del ego se apoderan del mando de nuestra persona que a veces logran que discutamos con nuestro mejor amigo; si ayer tuve una discusión con Eduardo, no lo voy a llamar. Y de repente tengo un yo conciliador que me dice no, pero como, tienes que llamarlo si al final fue una discusión de nada, y hace siete años que somos amigos, y ambos han hecho mucho uno por el otro. Y el yo agresivo dice no, como te vas a rebajar, tú te humillarías llamándolo, que él venga a ti. O sea ese yo agresivo nos está metiendo en la cabeza que si nosotros queremos ser amistosos él lo toma como una humillación, porque en realidad el espíritu no se humilla. El que se humilla es el ego, porque el ego es el que vive de apariencias. El ego es el pedante, es el narcisista, es el que se para en el pedestal y se muestra. Pero también tenemos otro ego que eso lo dije también en varias sesiones. Tenemos el ego que tiene complejo de inferioridad, el ego que dice Ho, no me animo a encarar a aquella persona para invitarla porque se qué voy a fracasar, o sea que ya se invalida de entrada, no lo intenta, no piensa el no ya lo tengo, voy a por el sí, no no piensa eso. O yo no soy digno para encarar tal labor porque sé que voy a fracasar, así que directamente prefiero no presentarme en ese empleo, o decir de repente Ho, hay una fila de 50 personas, como me van a llamar a mí con toda la gente capacitada que hay. Eso también es un rol del ego ya que el rol tiene los dos extremos, el extremo de la persona narcisista diciendo yo lo puedo todo, y el rol de la persona completamente ineficaz que dice yo no logro nada. Es una persona que vive de fracaso en fracaso. Lo que muestra Psicointegración es que esos dos extremos, ninguno de los dos representa a la persona, ninguno de los dos representa al espíritu de la persona, que se tiene que dejar fluir libremente. Porque si no pasaríamos a ser exitistas. Y un ejemplo de exitismo es el fútbol, de que si tu equipo ganó tres partidos seguidos, Ho, pero ahora va a competir por la copa del mundo. Pero guarda de que ese equipo no pierda tres partidos seguidos por qué va a bajar a la división inferior. Entonces nuevamente el ser humano por roles del ego es resultadista. Tienes una competencia, has perdido un par de puntos, Ho pero ya por la edad que tengo no estoy para competir; y de repente por una razón de fortuna, de rapidez, logras un punto en determinada técnica, Ho pero, tengo más rapidez que a los 20 años. Somos resultadistas, y no debe ser así, no debe ser así. Porque si somos resultadistas tenemos 2 victorias en determinado ítem y ya estamos en la gloria. Tenemos dos derrotas y ya sentimos como que nos tenemos que retirar a cuarteles de invierno, como se dice vulgarmente. No es ni lo uno ni lo otro. Somos personas útiles, somos personas que servimos, somos personas que siempre al tener proyectos vamos a implementar algo más en nuestro camino. Y no nos tenemos que dejar llevar ni por resultados triunfalistas ni por derrotas. Siempre vamos a ser igual. En nuestra vida es más fácil que tengamos lo que se llama en Argentina rachas, ¿no? Racha significa que de repente tenemos una seguidilla de resultados a favor, o podemos caer en una seguidilla de resultados en contra. Los resultados a favor no nos tienen que envanecer, y los resultados en contra no nos tienen que tirar. Pero siempre nos atajamos ante los resultados en contra y nos envanecemos ante los resultados a favor. Por eso es conveniente poner ahora esa cita, no permitas que una derrota te derrote, pero tampoco permitas que una conquista te conquiste. Entonces nosotros siempre vamos a estar atajándonos ante la crítica pero es muy fácil que caigamos ante el halago. Ho, pero que bien, qué buen maestro que eres tú, que maravilla, como enseñas, que bien el trabajo qué haces, que bien en ese deporte que practicas, y te palmean el hombro. Entonces es muy peligroso eso de que caigas en, claro, si él lo dice es porque me ha visto. Tengo una postura marcial tremenda, tengo un trabajo muscular impresionante, o en mi estudio creo que soy el mejor en el curso... Mucho cuidado con eso, porque eso puede llegar a que ese rol del ego nos haga caer en la pedantería y en la indiferencia con nosotros mismos. Entonces como ya no sentimos preparados y nos sentimos que somos los mejores nos dejamos estar, cuando lo correcto sería que cada día, cada segundo, cada instante de nuestra vida siempre estemos pendientes de dar más de nosotros. Pero cuidado con eso también, cuidado con eso también. No caigamos en la sobre exigencia, porque en el plano físico somos limitados. En el plano físico nuestro espíritu está contenido en un cuerpo, y ese cuerpo puede tener enfermedades, puede tener altibajos, por momentos puede tener pequeños achaques... Entonces tampoco seamos sobre exigentes, porque estaríamos en la otra acera. No seamos indiferentes con nuestro cuerpo, amemos nuestro cuerpo, pero tampoco seamos sobre exigentes, porque si somos sobre exigentes siempre, nuestro cuerpo nos va a defraudar. Como puede ser que aquél corra los 100 metros en 9.77 y nosotros lo hacemos en 12 segundos. Lo hacemos en 12 segundos porque no es nuestra especialidad. ¡Qué suerte que lo hacemos en 12 segundos a la edad que tenemos! Otro tarda 15 segundos en hacerlo. No podemos competir con quien hace 9.77, o con quien va a hacer 9.76 que yo digo que este año seguramente ya va a estar en 9.76 o 9.75. No podemos competir con eso. Entonces no tenemos que ser sobre exigentes. Tenemos que tener un poquito de todo. Tenemos que tener la valentía de decir hasta aquí llegamos, vamos a exigirnos un poquito más, pero no nos castiguemos a nosotros mismos si no logramos hoy esta marca. Es importante sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Eso no es rol del ego, porque el ego exige, el ego busca la aprobación del otro, que te ha parecido, como estuve hoy. Que importa lo que diga el otro, porque el otro puede hacer dos cosas. Si el otro es muy amigo tuyo, va a decir Ho, estuviste espléndido, genial, maravilloso, porque te quiere. Y si es un enemigo va a decir, sí, te vi pasable, te vi regular, podías haber estado mejor. Y hay una tercera opción, aquél que quiere quedar bien contigo, el servil. No confundir con servicial. El servil es el ratón que busca alagar para sacar ventaja, y dice Ho, que maravilla, cada día te veo mejor... Cuidado con ese halago traicionero. O sea tenemos que ser ecuánimes, sensatos, equilibrados. No buscar la aprobación de los otros. Buscar nuestra propia aprobación. Y no pensar que siempre vamos a estar diez puntos, porque primero que no somos máquinas, y gracias a Dios que no somos máquinas, porque si fuéramos máquinas seríamos predecibles, y una persona predecible pierde. Una persona predecible pierde en el ajedrez, que es un juego mental, pierde en un arte marcial porque el otro ya va a saber lo que está por hacer. No tenemos que ser predecibles, ni siquiera en el amor tenemos que ser predecibles, porque si en el amor fuéramos predecibles cómo aburríamos a nuestra pareja. Tenemos que inventar cada día una cosa nueva, tenemos que hacer cada día una cosa nueva, en el ajedrez, en las artes marciales, en cualquier deporte que practiquemos en nuestra vida cotidiana. La monotonía no tiene que estar en nuestra vida. La monotonía tiene que estar fuera de nuestra vida. Cada día tiene que ser de goce, no goce egocéntrico; el goce egocéntrico significa yo gozo y no me importa lo que hacen los demás. No, gozando y compartiendo, gozando y dando, gozando y brindando. Y eso es la carencia total de ego, el poder gozar y el poder compartir el goce con el otro. Y no pretendiendo cada día más y más y más de una manera enfermiza. Sí exigiéndonos, pero exigiéndonos dentro de la prudencia, no como máquinas inhumanas, porque gracias a Dios somos humanos, y gracias a Dios tenemos un espíritu. Un espíritu que nos va a alentar pero no más allá de lo que podemos lograr, no más allá de lo que podemos lograr. Y eso es lo que tenemos que enseñar a aquellos que quieran aprender con nosotros. El maestro Jesús dijo, y con esto terminó la primera parte, a mí no me interesa darte peces, a mí me interesa enseñarte a pescar porque el día de mañana yo no estaré y si tú no has aprendido no tendrás quien te de el alimento. Eso lo puedo trasladar a un montón de cosas. Lo puedo trasladar a un modo de vida, yo de repente no puedo decirte diariamente lo que tienes que hacer. Tú tienes que ir dándote cuenta, ir viéndolo, porque ese maestro provisorio que tienes el día de mañana no va a estar. Y uno tiene que tomar al maestro, sensei, sifu, gurú o como le queramos llamar en los distintos idiomas, como un bastón. Pero ése bastón es un bastón provisorio. Cuando tus piernas estén fuertes fuera bastón. Entonces tú tienes que caminar, ya no precisarás el bastón, ya te valdrás por tus propios medios. Tú serás el sensei, el sifu, el gurú, el maestro, el master, como le quieras llamar. Ya no se precisará de otro. Pero el mejor sensei, el mejor maestro, el mejor gurú es el que tiene una disciplina, y acá hay un contrasentido en lo que voy a decir, rígida pero amplía. Cómo se explica rígida pero amplía, porque yo siempre dije que soy enemigo de la rigidez. Rígida pero amplía significa exigente pero sabiendo hasta dónde puede nadar cada uno de aquellos que están aprendiendo, y no exigir a todos de la misma manera, porque en realidad no somos todos iguales. Hay algunos que pueden dar más que otros, y hay algunos que lamentablemente tienen un techo, no solamente un techo físico sino también un techo de comprensión, y el ejemplo que doy es el de los aviones. Un avión Cesna puede tener un techo de 1.000 metros, un biplano puede tener un techo de 2.000 metros, un Jumbo puede tener un techo de 10-11.000 metros o sea 30.000 pies. Cada ser humano tiene un techo también. Entonces el maestro cuando exige, exige sin tiranizar al alumno, sin decirle tú tienes que hacer tal cosa, si no decirle tú tienes valor, tú tienes madurez, tú tienes la pureza, tú puedes hacerlo. Pero el maestro tiene que saber hasta dónde va a llegar esa persona. Esa es la amplitud de criterio, energía, rigidez, pero con amplitud de criterio. A ver hasta dónde llega cada cual. En lo único que no tenemos límite, ninguno de nosotros, es en la capacidad de amar, en la capacidad de tolerar, y en la capacidad de comprender.
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