Psicointegración 3-9-07. Autovaloración y metas |
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Sección Psicointegración y Psicoauditación |
Sesión 3/9/2007 De Jorge Olguín.
Vamos a tocar el tema de lo que se puede, lo que es difícil de lograr y lo que nosotros mismos con distintas actitudes nos encerramos y nos negamos la posibilidad de lograr un resultado potable en lo que fuese, laboral, afectivo, alguna aspiración o algún anhelo que no dejamos salir, una expectativa que queda a mitad de camino… y eso se debe a estos roles del ego que tenemos tan aprisionados dentro de nosotros mismos, pero que no quieren soltarse porque están cómodos, están cómodos. Son como parásitos de cada espíritu, beben, se nutren de las emociones espirituales y nos contaminan. Entonces muchas veces la persona no llega a convencerse de todo lo que puede lograr, de todo lo que puede hacer, de lo valioso que es su andar, de lo valioso que es su cometido diario, de lo valioso que es su existir en el cada día. Muchas veces me han preguntado ¿dónde está la verdadera felicidad?, y yo les respondo la verdadera felicidad está en el gozar cada momento. Son pequeñas migajas que uno va dejando en el camino y que las va aprovechando. Mi segundo aforismo, -en una época que escribí 316 en una semana-, dice “la meta es la búsqueda”. Y la meta es la búsqueda se interpreta como que uno va en busca de determinada meta, la puede alcanzar fácilmente o no, pero ¿qué sucede cuando la alcanza?, ¿se queda a descansar cruzado de brazos?, no. Lo lógico, lo coherente es que siga buscando otras metas porque la verdadera meta es gozar la búsqueda, es gozar el mientras tanto. Cuánta gente llegamos a conocer que va en pos de un "target", -de un blanco- y hasta no llegar a ese blanco tiene los ojos cerrados para no ver los laterales, -como el caballo que tiene las anteojeras para que no se espante por lo que sucede a su vera-. Es como aquellas personas que tienen viajando en bus, un excelente paisaje en ambas ventanillas, ¡y no!, lo único que miran es el reloj para ver cuánto falta para llegar a destino. ¡No van a llegar ni más tarde ni más temprano!, salvo que el chofer apriete o afloje el acelerador, pero por mirar la ventanilla no se va hacer el tiempo ni más corto ni mas rápido y se pierden por esa impaciencia que no tiene ningún propósito, se pierden el disfrutar el mientras tanto. Con la vida sucede lo mismo. La vida es como un gran bus donde nuestra misión es ser útiles a los demás, ser útiles por sobre todas las cosas a nosotros mismos, porque si no somos útiles a nosotros mismos, no vamos a poder ayudar al otro, porque no vamos a tener la fortaleza ni física ni espiritual. Pero no aprovechamos esas circunstancias porque tenemos un almanaque ante nuestros ojos y buscamos esos días claves, cumpleaños nuestros, cumpleaños de un pariente, cumpleaños de un ser querido, un casamiento, una comunión para aquel que es ferviente religioso, un viaje... Me parece perfecto que esos momentos sean con un gran disfrute, con una gran alegría, como navidad, como fin de año, como acción de gracias en América del Norte. En México y en algunos lugares de Latino-América se festeja “el día de los muertos”, no como recogimiento, sino como gran fiesta. En México y en otros países latinos se festeja san la muerte. Pero, ¿por qué no se puede festejar una simple reunión de amigos, una cena, el disfrutar de una película, el disfrutar de una música, de un recital, el encontrarse con un amigo que hace mucho que no ven, el estar tomado de la mano con su pareja, el abrazarse con un ser querido que hace mucho que no se daban ese abrazo, una mirada, una puesta de sol, sentir la caricia del viento sobre el rostro...? Esto solamente lo sentimos en la tierra, en el mundo espiritual no se siente una brisa sobre el rostro. Entonces es hermoso el aprender a disfrutar cada momento y no invalidarnos a nosotros mismos. Pero los mismos roles de ego que nos tienen a nosotros de prisioneros como si fuéramos rehenes de esos roles, a veces nos hacen sentir con poca valía: esto no lo voy a lograr, aquello no es para mí, no debo apuntar tan alto, debo bajar un poco los decibeles… ¡Por qué limitarnos!, el mundo es nuestro, nosotros no tenemos límites, en todo caso, a nivel personal mi limite va a estar donde empiece el limite de mi prójimo, porque yo no voy a invadir su libertad para lograr la mía, salvo que ese prójimo quiera compartir y tengamos una libertad en común. Ese es mi único limite, después no tengo límites, no voy a lograr todo lo que me propongo, pero si yo no me auto-limito, voy a poder obtener muchas más cosas, voy a resolver anhelos, circunstancias que antes me parecían lejanas las voy a tener al alcance de la mano, no voy a decir jamás esto no es para mí, primero veré de qué se trata, o esta persona está demasiado lejana… ¿Por qué demasiado lejana?, ¿quién soy yo para ser menos? Seguramente no soy nadie par ser más, pero tampoco, ¡quién soy para ser menos! Djwal Khul decía: “Todo hombre, -y yo lo corregiría por todo ser humano-, es útil en la medida en que sirve”. Mientras uno sea útil al otro no tenemos nada que envidiar al otro, todo lo demás son circunstancias pasajeras. Es cierto que no todos tenemos la misma economía, obvio que sí, no todos tenemos la misma expectativa de vida, -hay personas que tienen problemas de salud reales-, no todos tenemos físicos agraciados para ser el gran Dionisio, el fauno o pan, (risas), pero son circunstancias. ¿Qué puedo más decir? Dicen que el amor todo lo puede, Dios es Amor. Tenemos una partícula de Él o sea que tenemos dentro una partícula de amor que nos inunda. ¡Vamos a expresarla entonces! No significa que todos la acepten, pero salpiquemos de Amor. Gracias.
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