Relatos sobre Aldebarán IV
1ra Sesión de Ardan-El en Aldebarán IV
Médium: Jorge Olguín
Interlocutor: Karina
Entidad: Ardan-El.
Interlocutora: Bienvenido.
Ardan-El: Aprovecho para enviar toda mi Luz al receptáculo que me alberga y a la interlocutora.
Interlocutora: Muchas gracias.
Ardan-El: Hace muchísimos de vuestros siglos, encarné en el cuarto planeta de Aldebarán, al que los nativos llaman Umbro. El continente Este, tiene una geografía extraña, con un clima diverso, se va angostando hacia la parte Sur y ensanchando hacia la parte Norte, al punto tal que la parte Norte, se extiende muchísimo hacia el Este, como en vuestra Asia de Sol 3. La zona central, que sería el equivalente a vuestro Ecuador, tiene en su parte cercana al océano, que divide al continente Este del Oeste, un vergel. Hay bosques, hay poblados, hay sembradíos, pero más al Este, hay un desierto.
Interlocutora: ¿Qué aspecto tiene la gente allí?.
Ardan-El: Hay distintas razas, predomina el nativo similar a vuestro Homo Sapiens, así era yo, como un ser humano de Sol 3, pero hay seres alados y hay animales similares a vuestros míticos dragones, que en realidad no echan fuego como cuenta vuestra mitología, sino que tienen un organismo capaz de echar un vapor muy caliente que puede llegar hasta quemar y a desfigurar los rostros de aquellos seres a los que ataca.
Mi nombre era Arndix y obviamente me defendía muy bien con la espada curva, muy similar a vuestras Cimitarras y montaba a un ser lanudo llamado Gromodans, similares a vuestros camélidos.
Vivía de aventura en aventura, y... bueno, voy a relatar una historia que me resulta muy incómoda.
Interlocutora: ¿Te han quedado engramas, digamos de esta vida que nos estás relatando?.
Ardan-El: Me ha quedado un sabor amargo en mi boca conceptual.
Interlocutora: ¿Y crees que esto está repercutiendo a tu 10% actual?
Ardan-El: Está repercutiendo en mi memoria conceptual y... al fin y al cabo en cada vida traté de ser justo, por lo que, como diríais vosotros en vuestro lenguaje, no me remuerde la consciencia, pero sí he pasado por...
Interlocutora: ¿Cómo te pesa esa situación?.
Ardan-El: Me pesa querida interlocutora, porque he pasado por episodios dolorosos.
Interlocutora: Quieres comentarnos lo que te pasó?
Ardan-El: Sí, en la zona Norte, muy al Norte, estaban lo que llamábamos los hombres del hielo o los hombres de la nieve, que eran los nórdicos, eran hordas salvajes que raptaban gente, eran también homo sapiens pero eran más grandes, más corpulentos, medían más de 2 metros de vuestras medidas terrestres.
Interlocutora: ¿Que hacían con la gente que raptaban?.
Ardan-El: A las doncellas las violaban. A las mujeres dependiendo de la edad, para las tareas domésticas; a los hombres los esclavizaban y si eran mayores directamente los mataban, pero en la zona Norte Oriental, existían los samuráis, que eran muy similares a los samuráis japoneses de Sol 3. También había una raza que se denominaban los oscuros y las oscuras, que en realidad no se llamaban así por el color de piel, puesto que eran blancos, pero vestían todos de ropaje oscuro, utilizaban el arte de la magia y tenían algunos de ellos un aura tan extenso que hasta tenían poderes como para manejar la electricidad, emitían rayos. Llegué a la parte Este de la zona Norte y ahí fue donde conocí a una joven misteriosa, una joven que me impactó su presencia o quizás su velo de misterio, ella se llamaba Hyrax, se escribiría en vuestra lengua con (H-Y-R-A-X) Hyrax, le dí mi nombre, le dije que me diga directamente Dix... era una joven de muy pocas palabras, casi nunca quería mostrar su rostro. Cuando estuve frente a ella le pregunté:
- ¿Por qué toda tu raza se viste de negro? ¿Es para que los nativos les tengan miedo?
Y ella me respondió:
- No, sabemos como defendernos.
Y abrió su túnica... observé que al costado guardaba una enorme espada. Siempre me consideré lo que vosotros llamáis un caballero, pero tal vez porque me incomodaba su seguridad, quise ser irónico o más allá, burlón, y le dije:
- Como una mujer con tan poco peso corporal puede coger esa espada.
- Así. -me dijo.
Y la apuntó hacia mí. Saqué mi espada curva y le dije en forma amenazante.
-Nunca saques un arma si no estas dispuesta a usarla.
Me olvidé de lo que mi padre me había enseñado, que nunca hay que menospreciar al enemigo, aunque por supuesto, ella no era enemiga, y cuando frotamos los hierros, noté enseguida que apenas pude mover su espada. Durante cinco minutos estuvimos intercambiando golpes, obviamente yo trataba de no lastimarla, pero no sé si mi orgullo o mi ego estaba herido, porque ella tampoco se empleaba a fondo, entonces fui un poco más allá y me empleé yo a fondo y vi que me frenaba mis golpes con total tranquilidad... en un momento en que me empleo a fondo, confiado y ella me pegó de plano, detrás de mi rodilla derecha, mi pierna me falló y caí de costado. Estando en tierra le frené un golpe, me dió un puntapié muy fuerte en la costilla izquierda, bajé mi arma y apoyó su filo en mi pecho. La observé con una mirada de interrogación, ¿Terminado el juego? ¿Terminada la lucha? ¿Terminará con mi vida?.
Interlocutora: ¿Y qué sucedió?.
Ardan-El: Su mirada dejó de ser dura, hizo una mueca como sonriendo o como despreciando y envainó su arma. Me tendió la mano para ayudarme a incorporarme. No la acepté, rodé de costado, me levanté solo y envainé mi espada curva. Quedé en silencio, molesto, absolutamente molesto. Me tocó el hombro, me doy cuenta de ello y la miro. Me dijo:
- Ese es el error de vosotros los hombres... que os creéis superiores.
-No- negué... y luyego admití: -Sí, en realidad sí, jamás había combatido con una mujer- y queriendo justificarme, agregué: -Bueno, tampoco me empleé a fondo.
- Por supuesto, yo empleé el 50% de lo que soy capaz.
Y eso me puso de más mal humor todavía, es como que quizás mi machismo, que lo tenía guardado, escondido, camuflado, disfrazado de caballero, había salido a flor de piel. Cuando toda esa parte reactiva se fue calmando, le pedí disculpas por haberla subestimado y la invité a una posada cercana a tomar una bebida efervescente, muy parecida a vuestras cervezas. Ella se montó en su hoyuman, que era un animal absolutamente parecido al caballo terrestre, y me dijo:
- Cambia de montura, estos animales son mucho más ágiles, son más obedientes, son bestias más intuitivas y no son tan torpes como ese bicho lanudo que montas.
Llegamos al poblado y cuando entramos a la posada, se hizo un silencio sepulcral dirían vosotros, se ve que la gente tenía miedo de los oscuros. Le pedí a la posadera las bebidas. Y afinamos los oídos y estaban hablando que era la tercera muerte que había pasado en diez revoluciones. Las revoluciones eran similares a vuestros días. Y prácticamente no hablamos entre nosotros, escuchando a los parroquianos, eran tres hombres que habían muerto y a uno prácticamente le habían separado de la cabeza el cuerpo y no le habían robado nada.
Interlocutora: ¿Sabes quienes fueron?
Ardan-El: No se sabía, en el fondo de la posada había un hombre algo obeso, con poco cabello, granjero, llorando y causalmente justo cuando terminamos nuestras bebidas y le dejo unas monedas a la posadera, el hombre se va, le hice una seña a mi compañera que saliéramos, y seguimos al hombre, cuando vio que lo seguíamos hizo un gesto de temor y quería empezar a correr y lo frené.
- Disculpa, no te queremos hacer daño, solamente preguntarte que te sucedía.
- Mi nombre es Lamber y el último de los muertos era un vecino mío y me siento muy mortificado, los otros dos también eran vecinos pero más lejanos, de otros sembradíos y yo era muy amigo de la familia, ahora la pobre viuda se ha quedado sin nada y por suerte yo tengo dinero juntado de la venta de los lanudos y les pude comprar su campo, me los agradeció y con el dinero que les dí se iba con sus hijos a una tierra más al Sur a probar fortuna. Como prácticamente no tenían nada les regalé una carreta y un hoyuman. Me dijeron que aquel que está en las estrellas me lo agradecería.
Nos conmovió Lamber porque tenía un rostro tan bueno, tan noble, al verse apiadado de esa viuda.
-Mi acompañante Hyrax me dijo que la estrella ya estaba en el ocaso y que se tenía que ir a su región.
Montó de un salto a su hoyuman y partió.
Le grité -¿Te veré?
-Siempre aparezco -me dijo y se marchó.
Averigüé en el poblado cómo habían sido las muertes y había un hombre ya mayor, un anciano, que me dijo que en la primer muerte había visto una silueta oscura que huía montada en su cabalgadura y cuando se acercó con su lámpara con un líquido similar a vuestro aceite, vio que prácticamente tenía la cabeza separada del cuerpo, y me puse a pensar, esto lo hizo un oscuro o una oscura, pero ¿por qué?, si no le han robado nada, odio, venganza. El hombre me dijo:
-Usted la conoce a esa joven?
-La conozco recientemente.
-Porque casualmente, pero no comente que yo lo dije, estuvo cerca del poblado cuando ocurrieron las muertes.
-Quédese tranquilo, -le dije- no comentaré nada.
Podía ser que esta persona que tanto me había impresionado para bien, sea...
Interlocutora: Que esa mujer sea una posible sospechosa...
Ardan-El: En el fondo no lo admitía, porque en mí había una lucha... me atraía muchísimo. Tenía ojos duros, duros, una mirada oscura pero... pero quien te mira de frente no da la ssensación de esconder nada... yo tenía intuición, no la veía como una persona...
Interlocutora: ...despiadada?
Ardan-El: Despiadada o aprovechándose de granjeros... sí la veía luchando contra guerreros.
Interlocutor: Ya te lo había demostrado a ti, verdad? En ese enfrentamiento...
Ardan-El: Podía haberme matado.
Interlocutora: ¿Y qué sucedió?.
Ardan-El: Seguí viéndola, por supuesto, seguí viéndola. Me crucé varias veces con Lamber, que estaba tomando una bebida efervescente con un hombre algo mayor que se llamaba Arthix, también era vecino y estaban discutiendo. Lamber le decía:
-¿Por qué no utilizas mi manera de sembrar, prácticamente tu tierra está yerma.
Y Arthix le respondía: - Es porque sabemos que alguien esparce algún veneno en mis tierras para que todo lo que he cosechado se seque... hasta los animales comen de ese veneno que me tiran y se mueren.
Lamber le decía: -Deberíamos de tener un equipo de vigilancia.
Arthix inquiría: -¿Tanta maldad tienen los oscuros? Si ellos viven más al Norte, ¿por qué se tienen que meter con nosotros?
-Mira -le contestó Lamber- yo tengo algunos ahorros.
Y le ofreció una cantidad para comprarle su tierra.
Arthix le dice: -No, ya sé que estoy solo, pero aquí estuvo mi padre, mi abuelo, el padre de mi abuelo... es lo único que tengo.
-Entonces te ayudaré a que progreses.
Me conmovió la bondad de Lamber. Esa noche no me fui del poblado, me alojé en la posada. Por la noche, yo tenía un oído muy fino, se escuchó como un ruido y de repente se iluminó la habitación. Me puse las botas, me calcé el cinto, la espada curva y bajé velozmente, y corriendo, corriendo, corriendo, observé que la casa de Arthix estaba ardiendo... al llegar ví que al costado estaba el cadáver y a lo lejos, un jinete galopando en la oscuridad. Se acercaron varios vecinos, les conté lo que ví. Atrás mío escuchéun sollozo, era Lamber, lo abracé y le dije:
-Prometo vengar a Arthix.
-No sé por qué lo mataron, si a la noche lo vi y ya me había vendido sus tierras.
-¿Cómo? -le dije.
-Si, me vino a ver a casa y finalmente decidió marcharse porque solamente le traía malos recuerdos el acordarse de su padre, su abuelo, y aquí está el contrato.
Yo no sabía leer, le dije -guárdalo- pero prometí hacer justicia, teníamos un asunto por resolver, porque sospechaba quien era el asesino, mejor dicho, La Asesina.
Gracias por escucharme.
Interlocutora: Gracias a ti por contarnos este vivencia, espero que estés mejor y te envío toda mi luz.
Ardan-El: Y espero que...
Interlocutora: Continuaremos esta charla en otro momento.
Ardan-El: Te lo pido por favor. Hasta todo momento
Interlocutora: Hasta pronto.
Ardan-El: Y una luz muy grande a tu thetán
angélico.
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