Relatos sobre Aldebarán IV
Vivencias de Sela
Conectarse
en este plano, es comunicarse otra vez en este plano.
Es estar de nuevo….
Yo en realidad estoy bien.
Yo en realidad estoy bien no preciso ninguna
terapia como para mejorar. Porque yo creo que quiere mejor aquel que ese siente
incómodo de ser como es. Yo no me siento incomodo de ser como soy.
Y estoy muy orgulloso de las veces que he
estado en batalla, de las veces que he intentado salir adelante por mis propios
medios sin que nadie me de ayuda.
No necesito la ayuda de nadie.
De nadie…
Tuve
vidas tremendas, pero no estoy arrepentido de haberlas vivido, no me siento
arrepentido para nada, en absoluto.
Tuve una vida hermosa en Aldebarán 4.
Había encarnado en el norte me llamaba Sela
Pardin. “Sela”. Manejaba la espada igual o mejor que cualquier guerrero.
Incluso practicaba con los guerreros más
grandes.
Cuando tenía 18 años era muy difícil que alguno me
venciera.
Y seguí experimentando con las espadas más
pesadas las de los del norte, incluso era pesada hasta para mí ese tipo de
espada y no me resultaba tan cómoda, pero igual me defendía, me defendía
bastante.
A mí me gustaba una espada media, bastante,
bastante liviana. Si
bien yo era fuerte como femenino, pero había algunos hombres que en medida
terrestre median más de 2 metros y manejaban esas espadas gigantesca que te
partía en dos.
Una vez,
a los 21 de vuestros años,
me enfrenté en batalla con Lisderel,
un líder del norte.
Era una época de tregua donde yo acompañaba
a algunos guerreros del oeste y Lisderel
iba acompañado
por guerreros de cabellos blancos de
la
región de las nieves. Vinieron a una gran comida,
al igual que nosotros.
Al levantar la jarra Lisderel dijo:
---
“Brindo por los guerreros y no por las
criaturas, los viejos y las mujeres, que son seres débiles”
---
Yo le dije:
“Límpiate
la boca antes de hablar de mi género.”
Se paró, sacó su espada y yo saqué
la mía.
Estuvimos como 15 minutos combatiendo.
Yo esquivando sus
mandobles
y él esquivando mis estocadas.
Lo llegué a tocar dos veces, una en el brazo
derecho, en el brazo donde cargaba su arma y otra en el pie izquierdo.
Afortunadamente no me tocó ni una sola vez.
Al
final estábamos los dos agotados.
De repente, enfunda su espada, yo no enfundé la
mía y se acercó, riéndose.
Me dió una palmada en la espalda que casi me
parte en dos.
--- Tendrías que estar en mis filas, Sela-
Me dijo
Yo no me
reía, pero me tomé de un trago mi
jarra de bebida espumante, que era muy similar a
la cerveza negra terrestre.
Todo en el norte era más grande.
Tenían unos Hoyumans blancos que con la cabeza
mía no alcanzaba ni siquiera al lomo de esos animales.
Nada que ver con los de la zona ecuatorial que
eran muy similares a los caballos terrestres... y yo no era baja, en medida
terrestre alcanzaba una altura de 1,78
metros y pesaba casi 80 kilos.
No podía competir contra los hombres del norte,
pero era bastante, bastante morruda y nunca me habían vencido en batalla.
Cuando cumplí 24 años con mi fuerza a pleno, en todo mi esplendor. Fue cuando tuve que enfrentar a mi antiguo adversario en esa pelea, aparentemente amistosa, que realizamos en aquella comida que habíamos hecho tres años antes. Unos guerreros de las nieves se acercaron a la posada donde yo estaba bebiendo. Al frente iba Lisderel.
Cuando estuve frente a él me reconoció
---
“Sela, tú contra mí... ahora en serio”.
No podía de darme el gusto de perder el factor
sorpresa... apenas terminó de hablar, le hendí mi
espada más liviana en la garganta... casi le separé la cabeza del tronco.
Al ver que su jefe había muerto,
los demás se echaron para atrás y
pude irme del local sin problemas.
No tenia novio porque despreciaba a los hombres, los
sentía como fáciles de manipular, los veía como débiles por el sexo, como que cualquier mujer se
les arrimaba y se desarmaban. Y yo como mujer me sentía mucho más fuerte
en ese sentido.... no caía
en los encantos de ninguno de ellos.
Hubo dos ó tres jóvenes que me hicieron sentir
como que
era una mujer, pero no pude tener el acto de debilidad de acercarme
afectivamente a ellos
porque hubiera sido vulnerable.
Si yo de repente quería satisfacer una
necesidad fisiológica me iba a una posada y si había algún bebedor borracho más o menos
pasable, lo llevaba a un cuarto de la taberna.
Simplemente por una necesidad fisiológica,
pero no quería involucrar sentimientos, no era mi manera de ser, no era mi
costumbre, no tenía ninguna necesidad de ello.
Una vez me crucé con Torbucal,
que era también un ser del norte, un
guerrero gigantesco, pero medio tonto.
Me miraba como si yo fuera un
manjar e hiciera cinco días que
estaba sin comer.
Con unos ojos que recorrían
lascivamente mi cuerpo... pero yo
hacía mucho tiempo que no iba por ningún poblado.
Entonces dejé que me poseyera en una montaña.
Pero tampoco me involucré. Tiempo
después me encontré
otra vez con Torbucal y le
separé la cabeza del tronco en una pequeña escaramuza que no llegó a ser
batalla.
Estaba vacía por dentro, no me arrepentí de nada.
Tuve una experiencia negativa, porque una vez bajando
del norte yendo para un pueblo del oeste llamado Tulfar, me encontré con un joven apuesto, un poco más bajo que yo, pero bastante apuesto.
La frente amplia, com muy
poco cabello y traté de acercarme a él para tener un encuentro fisiológico, pero
aparentemente me tuvo miedo porque me vio con la armadura, con mi espada.
Me cogió una puntada en la cabeza y caí de
rodillas... fue la primera vez que experimente el ataque de un mento.
Los Mento son seres que tienen una mayor
capacidad cerebral y pueden mandar impulsos mentales eléctricos de una manera
que desconozco, pero pueden causar daño a otras personas para defenderse. Interpreto
que no quiso hacerme daño, solo actuó por instinto.
Y cuando me repuse a los pocos minutos ya se
había alejado de mí.
Nunca más traté de acercarme a uno de esos
seres. No quise
experimentar más esa rara e incómoda sensación.
Meses más tarde yendo para otro poblado más a la zona
ecuatorial, Torconaza. Era un poblado que cultivaba una
planta parecida al algodón terrestre y también criaban
animales similares a las cabras, pero
un poco más gruesas de cuerpo y daban buena leche.
Había un joven, se llamaba Pacho.
Era mucho más bajo que yo, por lo menos yo le
llevaba una cabeza, mediría menos de un metro 60, absolutamente esférico,
pesaría como 140 kilos terrestres, pero tenía ojos de bondad.
Me sorprendió porque que no se asusto al
verme, al ver mi armadura mi espada, al contrario dice
---
Quieres beber algo,
---
Mientras no me des esa leche,
--- No,
no soy adivino, pero sé lo que tomas.
Y me puso una jarra metálica, que de capacidad
tendría como uno de nuestros litros. Un cuarto de galón un poco más de un cuarto
de galón.
Con el liquido espumante parecido a la cerveza
negra que me lo tome de 3 tragos.
Y luego me mande un gigantesco eructo, que me
habran escuchado de los castillos del norte.
--- ¿No te incomoda, le pregunte a Pacho,
si
me tiro un rato en aquel camastro?
--- No para nada,
Me dice,
Al contrario asegúrate de que nadie venga y
traba con la propia espada
la puerta.
Me agradó no solamente su confianza en mí, sino
también que el mismo me decía como tenía que asegurarme.
Estaba tan cansada que dormí como 10 horas.
Cuando me despierto ya era de noche no me despertó ningún ruido, me despertó un
aroma a carne asada.
Era carne asada adobada con una planta roja
que tenía un jugo y me despierto saco la espada abro la puerta y veo una
tremenda cacerola con un liquido hirviendo y al lado el fuego y carne asándose.
Un planto gigantesco que tendría como 40 de vuestros
centímetros. Lo
pone sobre la mesa
y me dice,
--- Siéntate acompáñame a comer. Yo me jacto de ser
de buen comer, pero sé que tú no debes
quedarte atrás.
Yo te dije mi nombre, Pacho ¿y tú?
--- Me llamo Sela, vengo del noroeste.
No me preguntes en que pueblo naci porque no
lo sé.
No se quienes fueron mis padres, sí tengo más
familia.
Sé que soy una guerrera.
Lamenter fue un maestro de la espada que fue
que me enseño.
Lo habían matado el año pasado, pero muchos pueblos
conocían a Lamenter era uno de los más grandes guerreros con la espada.
Era muy distinto a la espada de la parte
ecuatorial. Que no eran espadas de filo, sino espada de punto, muy similares a
los floretes terrestres, pero ningún florete terrestre pedía competir contra la
espada mía. Podía
partir en 2 a cualquier esgrimista.
Además me parecía afeminado el varón que usara
ese tipo de espada. Era
más bien para teatro, porque en la zona ecuatorial era mucho teatro, o para
practica de jóvenes adolecentes que querían aprender, pero hasta que empuñaran
la verdadera espada no los considerabam guerreros y no ser guerrero para mí no
era tener honor.
Yo no me imaginaba como mujer ordenañando
leche de los animales o cocinando para un hombre.
Le corto el cuello antes, a mi me gustaba
andar sobre un Hoyuman, ni siquiera un Hoyuman manso, a lo sumo le pegaba un
puñetazo en la nariz en el hocico si empezaba a corcovear, pero tampoco no me
gustaban los bichos mansos no soportaba ni a los bichos mansos ni los hombres
mansos. Pero con pacho tenia una simpatía distinta, porque era distinto a todos
los demás.
Necesitaba unas botas y había ganado algunas monedas en unas de las batallas y
me voy hasta la zona ecuatorial a un pueblo que estaba a cuatro horas en
Hoyuman, de donde estaba Pacho y le decía que volvería.
Me fui a buscar unas buenas botas, con una
buena suela que me duren por lo menos una revolución a la estrella.
Tardé una semana terrestre en volver y
encontré la casa de Pacho incendiada, el herido.
Le pregunté qué había pasado.
--- Hay un guerrero que muy pocas veces viene por esta zona, pero a veces viene
y como acá es un lugar tranquilo, que hay pocas batallas nadie lo puede frenar.
Crevaerval se llama.
Es muy diestro con la espada y también con el
arco y la flecha.
Ha venido con otros guerreros y han robado
alguno de mis animales.
Como vieron que no tenía dinero ni ninguna de
las piedras valiosas me han herido el hombro y la pierna.
Me han golpeado pero me han dejado vivo, les
tengo que agradecer.
Frene mi impulso de darle un bofetón, porque no
estaba ni siquiera enojado.
Les agradecia que no le hubiesen matado, pero
por otro lado me puse contenta, porque me dijo quien era y le seguí la pista.
Dijo que estaban todos vestidos de negro con
capa negra y que así se identificaran.
Después de pelear contra los hombre del norte,
pelear contra un cretino de eso…… y los encontré en un pueblo cercano.
Un pueblo llamado Aromite.
Vi unos Hoyumans negros atados a una taberna.
Uno,
dos, tres, cuatro, cinco….
entro a la taberna pido una bebida espumante y
los veo en una mesa era una taberna bastante, bastante grande.
No precisaba los faroles, porque tenían la
ventana abierta y entraba la luz del día.
Los miré disimulada mente y los estaba
catalogando. Dos de ellos habían bebido tanto que con solo empujarlos con el
dedo se caían solos.
Me acerque a la mesa y en 5 segundos con un
gesto rápido les partí la cabeza a los 2 más peligrosos y me quede con el jefe.
El jefe se pone de pie tomando distancia de mí
y también manotea su espada.
Me
pregunta --- ¿quién eres?
--- Sela, soy amiga personal de un gordo que atacaron
y le robaron sus animales.
---
¿Y tú qué buscas?-
Preguntaron
--- ¿Qué
han hecho con los animales?
--- Los
hemos vendido.
Y saca y me muestra una bolsa que estaría llena de monedas.
---Perfecto, vengo a recuperar la bolsa.
Se sentía tan suficiente, tan suficiente que largó
una carcajada y se descuidó de mí... y en ese momento levanté y bajé mi arma
casi
de inmediato. No alcanzó a esquivarse y casi le parto el hombro izquierdo.
Herido y todo tenía una tremenda rapidez con
su espada. Me llegó a tocar de punta mi hombro izquierdo.
Yo no pensé, actué, pero en décimas de segundo
pensé en lo afortunada que fui en haber cedido a mi primer impulso porque si no
lo hubiera lastimado y no sé si lo hubiera vencido.
Entonces aprendí que no hay enemigo chico.
Era mucho menos fuerte que los del norte, más
delgado, pero también tenía una espada más pequeña como la mía y así como yo
pude vencer perfectamente a 2 de los hombres del norte, él también podía
vencerme a mí.
Deshicimos la taberna, luchamos como 15
minutos.
Pero él iba cediendo, no al cansancio, sino al
tremendo dolor y a la pérdida de sangre de la herida que le había hecho al
comienzo, que fue lo que dio lugar a la reyerta.
Terminé atravesándole el pecho y me quedé con
sus monedas.
Luego salí, respirando aire fresco y entré
nuevamente a la taberna. Sin
pensarlo dos veces,
los atravese
con
mi
espada a los 2 que
habían quedado vivos,
aunque alcoholizados,
porque no quería que cuando estuvieran
frescos averiguaran sobre Pacho o sobre mí.
Los maté a los 5 y volví otra vez a ver a
Pacho.
Le traje
las monedas, no me quede con nada.
Me preguntó:
--- ¿Por
qué haces esto?
--- No pienses nada hombre, no pienses que es por ti.
No te deseo ni siquiera para una necesidad
fisiológica, porque no me interesas en ese aspecto.
Tengo mis límites, espero que no te enojes por
ello.
Lo hice por mí, porque no me gustan los abusadores.
Cogió el
bolso con las monedas y me dijo:
---
Toma,
una parte te lo has ganado.
--- No.
Eran tus animales y ahora me vuelvo para mi
tierra.
Le dí un apretón de mano en su mano regordeta y
partí en mi Hoyuman.
Llene mis alforjas de carne salada y dos
caramañolas con agua.
Por lo menos tenía para un tiempo.
Llegue a otro pueblo, Orcilac, un pueblo donde estaban
haciendo un torneo de arquería.
Por curiosidad quise meterme en
el torneo. Era la última de los participantes,
24 participantes.
Competían 12 contra 12 apuntando a un blanco a
determinada distancia y había 3 posibilidades.
Quedamos 12, luego 6 contra 6, quedamos 6.
Luego 3 contra 3 y quedamos 3.
Un tal Rotert de cabello totalmente rubio, de ojos
absolutamente celestes.
Un tal Erabel que parecía torpe, pero no lo
era y yo.
Estaba con nervios porque Erabel quedó
eliminado rápidamente
y
quedamos nosotros dos.
En los 3 tiros por un par de centímetros perdí
con el mozalbete rubio.
Era buena perdedora, acepté tomar algo con él.
Le dije que era guerrera que venía del noroeste le pregunté de donde era,
---
De ningún lado, de todos lados, de los bosques... a veces estoy en las montañas y
tengo muchos hombres que me
hacen caso y combatimos aquellos tiranos que buscan oprimir a los
poblados.
Me gustó su forma de
ser, pero mi mente estaba en otro lado.
Quería volver a mi pueblo o
sea que no satisfice ninguna necesidad fisiológica con él, pero lo respeté
como
un buen adversario y lo felicité
por su premio.
El me dijo que su premio en dinero lo iba a
repartir entre los necesitados y me sentí satisfecha que el monto tuviera ese
final.
No sé si yo lo hubiera hecho.
Bueno, lo hice por Pacho.
No creo haber sido mala ni perversa en esa
encarnación como Sela en Aldebarán
4, simplemente tenía mis instintos de guerrera,
era como me habían criado.
Cuando tenía una necesidad la aprovechaba, la
saciaba, ya sea de varón, de comida o de bebida.
Si tenía sentimientos, sí.
A veces ayudaba a la gente. Sí tenía temores,
no a la muerte, sino de heridas, sufrí más de 20 a lo largo de mis 48 años terrestres de
vida, que fue lo que viví.
Cuando ya casi no podía levantar mi espada, al
poco tiempo desencarné y le
agradecí a "Aquel que está más allá de las estrellas" por ello, porque Aldebarán no es
una tierra para estar lisiada,
porque
nadie te cuida, porque son pocos los que se comprometen es una tierra muy salvaje
donde el fuerte se aprovecha del débil y donde salvo algunos
como Rotert o algún
otro, todos los demás buscan sacar y no dar.
Si tuve engramas en esa encamación en Aldebarán,
engramas de soledad sí.
Muchos engramas de soledad.
Sentía como que nadie entendía mi manera de
pensar.
En el fondo, inconscientemente, muy oculto, siempre
anhelé el gran amor, pero tal vez había un miedo muy, muy grande interno que me
evitaba el compromiso con varón o tal vez era un engrama de inferioridad que,
como en esa encarnación como mujer, como guerrera no me dejaba ser sometida,
subyugada por un hombre, prefería la libertad de estar sola y
blandir mi espada
sobre la cabeza de mis enemigos.
Como dije antes, no me veía ordeñando leche ni cocinado para un varón... antes le partía la cabeza o se la separaba
del tronco como lo hice en muchas oportunidades
Engramas de soledad.
Es uno de los engramas mas graves.
Un engrama donde tú te pones acusar a los
demás por todo. Porque cuando las cosas te salen mal quieres echar culpa a los
demás.
En lugar de asumir la responsabilidad.
¿En qué me marcó esa vida?
Si bien yo como ser encarnado elegí
ser femenina, elegí ese mundo, elegí ser guerrera.
Como decid vosotros en el plano físico:
quería pasarles factura a otros por esa desprotección
de esa vida.
Me preguntareis ¿desprotección? si tú te bastabas y
te sobrabas para ahuyentar a cualquiera, eras diestra en el manejo del arma.
No, yo hablo de otro tipo de desprotección.
Desprotección del alma. Siempre quise desnudar mi alma, como no he desnudado mi
cuerpo.
Porque cuando tenía una necesidad fisiológica
solamente mostraba aquellas partes y no todo.
No hubiera soportado que un hombre me viera de
una manera distinta, porque le hubiera atravesado el cuello.
Pero después, en vidas posteriores, tenía engramas.
Engramas de echar culpas a los demás y es
hasta el día de hoy que todavía me persigue esa vida y le transmito a mi 10% de
alguna manera ciertos complejos de culpa.
Seguramente el haber relatado esta vivencia me
hace sentir más aliviado como ser espiritual.
Uno puede pasar decenas de roles en distintos
mundos en distintas épocas,
pero
que a mí no me diga ningún otro espíritu que todos los roles fueron iguales
porque no les voy a creer.
Yo me apegué mucho al rol de Sela, añoraba aquella vida. Tenía que aprender a separar.
Tenía que aprender a no mezclar
para no volver
loco al rol encarnado actual, porque eso me perjudicaba a mí como parte espiritual pero
no puedo... tengo esa debilidad como espíritu.
Sé que necesito mucha luz, mucha energía
de luz, para evitar mezclar los
recuerdos como thetán, porque cada rol que encarna, como yo recuerdo todas
las vidas y son para mí tan vividas, le transmito cierta memoria a mi 10%
encarnado y entonces, como en sueños, visualiza otros mundos y puede
llegar a pensar que pierde la cordura.
Tengo que aprender
el equilibrio, pero nunca
hasta que llegue lo que vosotros llamáis el fin de este universo tanto físico
como supra físico me voy olvidar de esa vida.
Y en realidad encarne más de una vez en ese
mundo, pero
esa fue especial.
Me enseñó lo que puedo,
me
enseño lo que no puedo...
y lo que yo necesito enseñarle a mi 10%
encarnado es que
puede dejar de ser dependiente de todo y de todos. Y que cuando fracace, que
deje de catapultar los fracasos a otros y de alejarse de las propias culpas.
No voy a filosofar porque no es mi manera de
ser, pero debo asumir un compromiso, tengo que ver mejor a mi 10%,
pues necesita mucha
luz y necesito luz yo como parte espiritual para no transmitirle cosas
equivocadas.
Debe anhelar esta misma vida
y no otra... las
otras ya han pasado. Que yo como espíritu las recuerde está bien, no
las voy a olvidar nunca... pero el 10% debe disfrutar el ahora y no lo está
disfrutando... y es una tarea
pendiente.
No me prejuzguen de acuerdo al plano que uno
tiene, porque la sabiduría, la inteligencia, el discernimiento no la da el nivel
de vibración.
El nivel de vibración tiene que ver con la
actitud, no con el ser.
No se confunde.
Porque sino los cretinos seríais vosotros.
Eso es
todo.
Hasta
todo momento.
Gracias.