(La reacción del ego)

EL PODER ficticio DE LA PALABRA

3ª parte

Nota  realizada por el Prof. Jorge Olguín.

 

El Perdón

Si un amigo me traiciona o una pareja me engaña, yo podré perdonarlos o no, de acuerdo a mi sentir... y a que mi espíritu conciliador venza al rencor (cuidado, eso sería ego) o que mi dignidad dé por terminado el asunto. Ese perdón no tendría que ver con ninguna pose "paternalista" ni condescendiente.
El otro perdón es cuando creemos ser ofendidos (nuestro ego se ofende) y prejuzgamos a la persona sin saber los motivos de su supuesta agresión: Es una arpía, no tiene argumentos, su criterio no sirve, no sabe lo que dice, es hueca, etc. Prejuzgamos su comportamiento, sus palabras (tenga razón o no), sus acusaciones (sean valederas o no)... ¡porque nos sentimos heridos! ¿Y qué acusa la herida? ¡Nuestro Ego! Porque le damos importancia a los actos, a las palabras, al criterio de esa persona o a la opinión que tiene de nosotros. ¿Quién hace valer el argumento de esa persona? ¡Nosotros! Me corrijo: ¡Nuestro Ego! Y ese ego manipulador es el que después dice (internamente) en un acto de perdona vidas (condescendiente): Perdonemos a la cretina, disculpemos a la hueca, olvidemos sus frases hirientes... ¡y el ego perdona desde la hipocresía... porque mientras perdona sigue prejuzgando!
Por eso no existe el perdón desde el prejuicio... y si no prejuzgo, no voy a perdonar... ¡porque la supuesta ofensa pasará inadvertida en mí!
Si no me ofendo porque un perro me ladra (y no lo prejuzgo), ni porque una PC se traba o se cuelga (y no la prejuzgo, pues sería un psicótico si así lo hiciera), ni porque un niño me saca la lengua (prejuzgar un niño sería ponerse "a la altura")... ¿por qué me ofendería una persona más grande? ¿Será porque YO (mi ego) la tengo en cuenta? ¿Y por eso la prejuzgo? ¿Y por eso, luego, la perdonaría?
¿De qué la tengo que perdonar? ¿De que YO me permití ser susceptible? ¿De que YO le dí PODER a sus palabras?
Depende de mí el ser tolerante, pero no la tolerancia que se derrama desde las alturas, como dice Marcos Aguinis... no la tolerancia de resignarse ante lo molesto para evitar males mayores... si no desde el respeto. Porque depende de mí también el ser comprensivo... y saber que hay personas que tienen su límite... como yo tendré el mío, no me cabe duda. No le podemos pedir peras al olmo... pero sí podemos tratar de que nuestros Yoes dejen de ser lastres, sí podemos intentar integrar el ego. Él es el antagonista, no la otra persona... entendiendo eso comprenderemos todo.

Prof. Jorge Olguín.

 

                  EL PODER ficticio DE LA PALABRA 4