Tantra

 

La complejidad de la 
sexualidad masculina

 

Recopilado por el Prof. Jorge Olguín.

    

   Los seres humanos contamos con una manera propia de responder sexualmente, sólo diferenciada en las particularidades de la anatomía femenina o masculina. Los varones tienen un funcionamiento sexual más complicado que las mujeres, que los hace más proclives a padecer diferentes perturbaciones en su respuesta sexual.

    La respuesta sexual -en ambos sexos- tiene tres fases: el deseo, la excitación y el orgasmo. El deseo es un apetito que surge espontáneamente ante determinados estímulos externos (olfativos, táctiles, gustativos, visuales o auditivos) y otros internos como las fantasías sexuales.

La excitación consiste en el aumento paulatino de la tensión sexual, acompañada de sensaciones placenteras y de cambios corporales generales y genitales (taquicardia, respiración entrecortada, enrojecimiento, congestión y lubricación vaginal, erección de los pezones y del pene, etc.). El orgasmo, por su parte, es el momento de culminación de las sensaciones placenteras.

El orgasmo

Fisiológicamente el orgasmo es un reflejo: en la respuesta sexual masculina, ante un estímulo adecuado en el polo sensitivo (glande del pene), responde el polo motor, contrayendo los músculos genitales y determinando la eyaculación. Sin embargo, el que un varón eyacule o no, no significa necesariamente que haya gozado sexualmente. Como sucede también en las mujeres, la vivencia de satisfacción es decodificada por el cerebro.

Como somos seres humanos, un reflejo mecánico que no incluya reacciones emocionales reduce el impulso sexual a una mera descarga de tensión. En este sentido, es importante recapacitar acerca del lugar que el varón da a la vivencia real de placer y dónde ubica la posibilidad de lograrlo. La cultura ha enseñado a los varones a remitir su gratificación exclusivamente a los genitales. De hecho, la erección y la eyaculación pueden suceder en escasos minutos.

Las mujeres, por su parte, tardan más tiempo en alcanzar una excitación adecuada que les permita llegar al orgasmo; más allá de las cuestiones culturales, esta diferencia temporal se basa en diferencias anatómicas y fisiológicas. Considerando diversas causas y situaciones particulares en las mujeres con respecto al orgasmo, pueden darse dos posibilidades: alcanzarlo o no. En cambio, en los varones se pueden producir una serie de variantes orgásmicas determinadas por causas orgánicas, emocionales, educativas o vinculares.

Variantes orgásmicas en los varones

Pueden darse varios casos: algunos varones operados de próstata pueden perder la capacidad de expulsar el semen hacia afuera, llevándolo hacia la vejiga. Sin embargo, estos varones conservan la sensación orgásmica, ya que las contracciones musculares continúan manifestándose, y son ellas las que son decodificadas por el cerebro como placenteras.

Puede suceder también que, aunque mantengan su capacidad orgásmica, se sientan disminuidos sexualmente porque no se hace evidente su clímax al no poder ver su eyaculación. En estos casos el problema está centrado en los condicionamientos culturales o la personalidad del sujeto por valorar lo evidente antes que lo realmente sentido. Es un tema psicológico.

Otros hombres eyaculan débilmente, sin fuerza. Esto indica que las contracciones musculares también han sido débiles; aunque logran eyacular, el orgasmo es prácticamente imperceptible, lo cual suele producir sensaciones de frustración e insatisfacción. Estos episodios pueden remitirse a dos causas: debilidad de la tonicidad muscular genital o motivaciones emocionales (inhibición, miedos o prejuicios ante la sexualidad y/o dificultades de pareja).

Además, otros varones suelen mantener un control muy estricto de su orgasmo, y puede suceder que, aunque mantengan un ritmo y un estímulo adecuado, tarden muchos minutos en eyacular (más de 30 minutos), o en casos extremos no lograr hacerlo. En este caso, las causas son psicológicas. Suelen ser hombres muy rígidos e hipercontrolados en la expresión de sus emociones.
 

 

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