Tantra

 

  

Secretos Sexuales del Oriente  

Tanto los taoístas chinos como los tántricos hindúes recopilaron en la antigüedad la mayor información sobre sexualidad que se conoce del mundo antiguo. Tratados minuciosos y llenos de sabiduría puestos de actualidad en la revolución sexual de los ´60 del siglo XX.

Ambas escuelas se parecen en dar a la sexualidad la importancia que se merece y estudiarla como ninguna cultura lo ha hecho, en su total profundidad. Ambas también se parecen en su concepto energético del ser humano y, por lo tanto, también de su sexualidad. Es en lo qué hacer con esa energía y cómo abordarla en lo que se diferencian ligeramente.

 

EL PODER DE LO FEMENINO  

En algo coinciden las dos escuelas: en reconocer el poder de lo femenino. También en su práctica: Lograr la máxima satisfacción erótica y sexual de la mujer. También en sus técnicas: aumentar, expandir y canalizar la energía sexual para utilizarla en fines concretos.

El reconocer y estimular el poder erótico y sexual de la mujer es algo natural porque es muy superior al del hombre y, como el sexo lo entienden en concepto de energía, al hacer gozar más a la mujer y, como ésta tiene mayor capacidad orgásmica, es la mejor forma de obtener más energía para lo que quiera utilizarse.  

    El Tantra utiliza esa energía para la iluminación espiritual y acceder a estados superiores de conciencia. Es practicar la sexualidad en un contexto espiritual. El Tantra piensa que el amor es energía sexual transformada y, por lo tanto, puede hacerse el camino al revés: el amor puede transformarse en poderosa energía sexual.

 

EL SEXO QUE CURA  

   El Tao utiliza la sexualidad como una fuente de salud y de poder personal. Los taoístas de la antigüedad pensaban que hacer el amor en determinadas posturas y siguiendo ciertas prescripciones, el sexo podía curar determinadas enfermedades y ayudar al hombre a tener una larga vida y un mayor poder personal. También lo utilizaban como una forma de liberación pero, por lo general, estaban más centrados en lo primero.         

     En el tantrismo los dioses masculinos están equilibrados con una representación femenina, pero el principio activo está en las diosas. Los taoístas llevan esto aún más lejos y, en su culto a lo femenino, conceden poderes sobrenaturales a la mujer, como mejor representante de las fuerzas de la naturaleza –y naturalmente a lo femenino que cada hombre lleva dentro-

Hay que tener en cuenta que muchos tratados sexuales taoístas fueron escritos por médicos y de ahí que se centrasen tanto en la salud. Pensaban que la mujer sexualmente satisfecha era capaz de emitir determinados elixires que podían hacer vivir a un hombre hasta edades insospechadas, darle fuerza, vigor y sanarlo de determinadas enfermedades.    

    Eso sí, eran bastante estrictos en lo relativo a la retención del semen por considerarlo una pérdida de energía. Elaboraron detalladas tablas sobre cuántas veces podía eyacular un hombre en función de su edad, estado físico e, incluso del clima.

Por ejemplo se consideraba el invierno poco favorable para la eyaculación. También prescribieron curiosas recetas contra algunas enfermedades que consistían en hacer varias veces el amor al día -durante semanas- .pero sin eyacular. Esto último no lo comparto, porque una de las maneras de transmitir la energía del hombre a su pareja es justamente mediante la eyaculación... y la mujer, al recibir esa carga positiva, la fusiona con su energía Kundalini y, a su vez, retransmite dicha vibración energética al hombre.

 

 

 

Aunque es cierto que el semen tiene importantes sustancias nutritivas como zinc y lecitina -que son muy importantes para el cerebro-, esto puede ser paliado por una dieta adecuada; pero más que a la pérdida de sustancia se referían a la pérdida de energía, que se da sobre todo cuando el hombre se concentra en obtener un placer rápido y hace el amor de una forma violenta.
El Tantra se basa en tomarse el tiempo en brindar caricias y en recibirlas, mas que en una culminación rápida del acto en sí. De lo contrario, dejaría de ser un poema para transformarse en algo estrictamente fisiológico. El verdadero Tantra es un intercambio energético.
Por esto, tanto el Tantra como el Tao conceden mucha importancia a extender la energía por el cuerpo mientras se hace el amor y subirla a la conciencia, más que en centrarse en obtener rápidamente un placer efímero y liberarse de la tensión.

Partiendo de este punto en común, el Tantra no incide tanto como el Tao en la conservación del semen porque sus fines son más espirituales y buscan más elevar la conciencia, mientras que el Tao se centra más en hacerlo un método de salud, longevidad y poder personal.

 

EL SEXO DE LA LARGA VIDA

   El Tao insiste en los beneficios de hacer el amor siguiendo estas reglas y que un hombre puede y debe hacer el amor todos los días aunque tenga cien años. ¡Precisamente por hacerlo llegará a esa edad tan avanzada!. Claro está que también insistían en la dieta, la respiración, la vida sana y todas las cosas importantes para cuidar la salud y la vitalidad; pero el sexo es de lo más importante.

  Con estos planteamientos no es extraño que incidiesen tanto en la conservación del semen. Así el hombre puede gozar del sexo -indefinidamente- como de una forma natural puede hacerlo la mujer, que puede tener múltiples orgasmos y hacer el amor tantas veces como desee en un sólo día. Cosa que un hombre no puede si eyacula cada vez. Lo que desconocían los taoístas es que la eyaculación no desgasta energía si participa el espíritu en el acto sexual, porque dicha carga energética retorna al varón desde la base de su energía Kundalini, en el chakra coccígeo.

    En la moderna sociedad actual, donde las personas viven cada vez más años, la importancia que da el Tao al sexo en la Tercera Edad como método de vigor y longevidad, creo que puede ser muy útil hoy en día y desterrar los estúpidos prejuicios de que los ancianos no pueden o no deben tener vida sexual.    

  Lo que precisamente opinaban los taoístas es que mientras haya vida sexual hay vida. Y esto es precisamente lo que deseo a quienes leáis esto.

  

  

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