Relatos OVNIs
Nota del Prof. Jorge Raúl Olguín.
2ª parte: "¡Disparen sobre el OVNI!"
En la actualidad se sabe con certeza que la Fuerza Aérea de Estados Unidos
tenía órdenes, hace algunos años, de hacer descender un OVNI de cualquier
manera posible. Se han dado a conocer varios documentos que contienen esas
órdenes, y muchos pilotos han admitido haber recibido tales instrucciones.
Otros han reconocido haber disparado contra esos objetos cuando parecía que
"ya se escapaban".
Oficiales de policía, civiles y cantidad de jóvenes han disparado contra los OVNIs desde que éstos han comenzado a hacer sus apariciones más frecuentes en la década del cincuenta. Durante la oleada masiva de OVNIs en 1952 hubo un cambio en la política de la Fuerza Aérea, que temporariamente autorizaba a los pilotos interceptores a disparar sobre ellos.
Después de numerosos casos fallidos de persecusión, un alto oficial decidió que el mero seguimiento no era suficiente: tendría que hacerse algo para lograr derribar una de esas máquinas. Así, se autorizó a los pilotos a usar sus armas más modernas. Si el piloto se encontraba lo suficientemente cerca del objeto y consideraba que podía hacer blanco, estaba en libertad para usar todas las armas de que dispusiera.
Los intentos fueron todos fallidos. Los OVNIs jugaban con los pilotos que iniciaban su persecución, desapareciendo a grandes velocidades cuando los aviones se acercaban demasiado. Finalmente. la Fuerza Aérea, en 1953, abandonó su empresa limitando la ofensiva a los casos muy favorables donde se preveía algún éxito.
El 24 de septiembre de 1959 la Fuerza Aérea hizo otro intento infructuoso de derribar un OVNI. Numerosas personas en Redmond, oregón, observaron el objeto y cómo más de media docena de aviones lo perseguían. El caso quedó registrado en un expediente del Departamento Federal de Aviación. Los pilotos, luego del informe de práctica sobre lo ocurrido, fueron advertidos respecto de la discusión del incidente con cualquier persona ajena a la Fuerza Aérea. Esta advertencia estaba relacionada con la disposición Nº 202, que establecía una multa de diez mil dólares y prisión por diez años a quien la infringiera.
Pero no sólo la Fuerza Aérea ha disparado contra los OVNIs. Muchos civiles lo han hecho, generalmente porque han sido presas del pánico.
¿Por qué los OVNIs, a pesar de la belicosidad con que han sido recibidos, no han repelido el ataque, limitándose a jugar con sus perseguidores? La única respuesta válida a ésto, según los ufólogos, pareciera ser que los tripulantes de los OVNIs son pacíficos, pero en razón de la clase de recepción que reciben, aún no consideran oportuno descender a confraternizar con nosotros.
RÍOS DE TINTA
Ningún suceso hizo
derramar tantos ríos de tinta a los ufólogos como el llamado Incidente Roswell
y la presunta captura de cuatro extraterrestes a manos de la Fuerza Aérea
estadounidense. Después de más de medio siglo de incesantes pesquisas, los
esforzados investigadores del fenómeno OVNI siguen tan confundidos como al
principio y no ha podido llegar a ninguna conclusión válida.
El 2 de julio de 1947, apenas una semana después de que el mundo oyera por
primera vez la palabra "plato volador" de boca del piloto civil
norteamericano Kennet Arnold, un extraño objeto se estrellaba en el desierto de
Nuevo México, al sudoeste de los Estados Unidos. A pesar de que la versión
oficial señalaba que se trataba de un simple globo meteorológico, los
ufólogos sospecharon que con ella sólo se procuraba ocultar la caída de un
OVNI y la captura de cuatro pequeños seres, a los que más tarde habrían
practicado autopsias.
El propio Fabio Zerpa, sin duda uno de los más conspicuos investigadores del
fenómeno OVNI en la Argentina, y reconocido mundialmente, en uno de sus
últimos libros, "Los OVNIs existen y son extraterrestres",
refiriéndose al Incidente Roswell, confiesa honestamente: "Si a uno le
preguntan si en verdad existen pruebas irrefutables de que la Fuerza Aérea
norteamericana tiene en su poder restos de varios OVNIs estrellados en la Tierra
con los cadáveres de sus tripulantes extraterrestres, la respuesta tendría que
ser no. No existen pruebas irrefutables, pero, en cambio, sí hay lo que se
conoce en círculos legales como ´pruebas circunstanciales´de que por lo menos
algunos de estos incidentes ocurrieron. Pruebas como relatos de numerosos
testigos que participaron en las operaciones de recuperar, custodiar o archivar
los restos de muchos OVNIs; unos pocos documentos oficiales que aluden a estos
casos entre miles de documentos revelados por el gobierno norteamericano a
través de la Ley de Libertad de Información en años recientes; y finalmente
el secreto absoluto que todavía envuelve ciertas actividades gubernamentales
relacionadas con los OVNIs". Zerpa concluye declarándose abiertamente
escéptico respecto de que los ufólogos puedan averiguar alguna vez la verdad
sobre lo ocurrido en Roswell, máxime después de casi medio siglo de
infructuosas investigaciones: "La palabra final sobre la veracidad de estos
hechos podrá ser aclarada solamente por el propio gobierno
norteamericano".
Crónica de los hechos.
El espacio aéreo
militar de Roswell no era un espacio cualquiera. No era sólo un pequeño lugar
en las afueras de Nuevo México. En realidad, era la sede del Escuadrón 509,
que en 1947 constituía el único grupo aéreo equipado con armas atómicas del
mundo. El Escuadrón 509 había sido el responable de lanzar las bombas
atómicas en Hiroshima y Nagasaki, que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial.
El avistaje de platillos voladores se produjo el 24 de junio de 1947. Un piloto
civil que sobrevolaba una zona montañosa del Estado de Washington observó una
formación de objetos extraños y lo informó a un periodista.
El llamado choque de platillos voladores en Roswell se produjo semanas más
tarde, cuando los periódicos ya habían estado publicando historias de OVNIs en
todo el mundo. Cuando la noticia llegó a la primera plana del periódico local
de Roswell ("Roswell Daily Record"), los mlitares se vieron obligados
a anunciar que los rumores sobre los platos voladores eran ciertos, pues se
había encontrado uno en los alrededores de la región.
El coronel William Blanchard, comandante en jefe de la Base, ordenó al jefe de
prensa Walter Haut, dar un comunicado, luego de comentarle los hechos esenciales
de la historia, particularmente que se habían recogido fragmento de un material
perteneciente a un platillo volador. Al día siguiente de dar a conocer este
comunicado, las autoridades de la Base dan marcha atrás y declaran que habían
cometido un gran error, ya que el objeto caído no era un platillo volador, sino
un globo metereológico.
Cuarenta años más tarde, el físico nuclear Stanton Friedman tomó contacto
con el coronel retirado Jesse Marcel, quien había sido oficial de Inteligencia
en la Base en 1947, y que había tenido mucho que ver con la caída del
disco volador en Roswell. Marcel le informó a Friedman que sus superiores
le pidieron que no dijera nada sobre el OVNI caído ni sobre sus tripulantes, y
por ese motivo guardó silencio. Pero cuando la noticia tomó estado público,
consideró que había llegado el momento de decir la verdad, declarando que el
objeto caído no había sido un globo metereológico.
Los restos del OVNI fueron encontrados en el rancho de Mac Brazel. La noche del
incidente, el ranchero estaba en su casa. Afuera había una fuerte tormenta. La
historia comenzó cuando escuchó una tremenda explosión y, al día siguiente,
recorriendo el lugar encontró restos metálicos esparcidos por doquier. Mac
Brazel llamó al sheriff local y éste se comunicó con la Base aérea, quienes
enviaron al mayor Marcel a investigar.
Jesse Marcel, luego de pasar una semana en el rancho examinando detenidamente el
material encontrado, concluyó diciendo que no provenía de la Tierra, ya que
hasta ese momento no existía la tecnología adecuada para fabricarlo. Algunos
de los restos fueron enviados a varias agencias nacionales para reunir informes
técnicos y de inteligencia, así como también a laboratorios con diversa
tecnología, como el de Los Álamos, en Nuevo México, y a unidades
criptográficas.
Los fragmentos encontrados tenían la particularidad de que no pesaban casi
nada, aunque se trataba de un material muy resistente, tan delgado como el papel
metalizado de los paquetes de cigarrillos. Incluso, cuando se trató de hacerles
una marca resultó imposible. Uno de los que lo intentaron infructuosamente
declaró: "Hay algo raro aquí. Traté de hacerle una marca y no pude. No
se puede marcar ni con un hacha... Lo puse en el suelo, lo golpeé y me quedé
con el mango del hacha en la mano". Algunos de los fragmentos tenían
inscripciones color púrpura que nunca se pudieron identificar. Otros era como
vigas "doble T", pequeñas, con marcas grabadas a sus lados, cuyos
jeroglíficos eran también indescifrables.
Sobre este suceso se
publicaron varios libros, siendo el primero el de Charles Berlitz y William
Moore, titulado: "El Incidente Roswell". El caso resurgió una y otra
vez, y cuanto mayor era la cobertura radial, televisada o por escrito, más
testigos militares o civiles aparecían.
Según el relato de un empleado de la morgue de la Base 509. Glenn Dennis, en el
estacionamiento había tres ambulancias custodiadas por la policía militar. Una
de ellas tenía la puerta abierta, pudiéndose ver un montón de restos
metálicos similares a los de un avión. Cuando Dennis le comentó a un
capitán, -"Señor, parce que tuvimos un accidente aéreo, vamos a tener
que prepararnos para ello"-, dicho capitán se mostró muy nervioso y le
dijo a su subordinado con voz de trueno: -"Mire, señor, no vuelva a entrar
aquí. Roswell no va a dar explicaciones sobre ningún accidente aéreo porque
aquí nada ha sucedido".
Staton Friedman, por su parte, señaló que una de las cosas sugestivas que
caben destacar es que hubo intimidación a los testigos para que no hablaran de
lo que habían visto. El sheriff, por ejemplo, según lo relató su nieta muchos
años después del incidente, fue separado de su puesto porque los militares
temieron que hablara. Esto lo supo por boca de su abuela, quien, un día que
estaban viendo un programa televisivo sobre platos voladores, se animó a
decírselo (a la sazón, el sheriff había muerto): "Nunca te conté esto,
pero ¿sabes por qué tu abuelo jamás volvió a ocupar su puesto? Cuando aquel
platillo se estrelló aquí, él vió muchas cosas extrañas. Y cuando renació
la calma, los militares vinieron y le dijeron que no volvería a trabajar allí,
advirtiéndole que si alguna vez hablaba de lo que había visto, lo matarían a
él y a su familia".
El 2 de julio de 1947, el cameraman J. Barret recibó una llamada de su superior
para que fuera a reportarse con el general Mc Mullan para una misión especial.
Se le informó que había ocurrido un accidente aéreo al sur de la población
de Socorro. Barret recibió la orden de filmar todo lo que viera y de no
abandonar los restos hasta que hubiesen sido removidos. Iba a tener libre acceso
a todas las áreas. Si el comandante en jefe le impedía trabajar libremente,
debía informar de inmediato a Mc Mullan.
¿Quién era J. Barret como para que se le confiara tal misión? Su historia en
las Fuerzas Armadas estadounidenses comienza en 1942, cuando se unió a ellas,
para abandonarlas en 1952. Según él mismo lo señalara, los diez años que
pasó sirviendo a su país fueron algunos de sus mejores años. Su padre estaba
en el negocio del cine, de modo que siempre tuvo buen conocimiento del manejo de
las cámaras y la fotografía. Después de enrolarse comenzó a demostrar sus
habilidades, convirtiéndose en uno de los pocos cameraman de la Fuerza.
Filmó cientos de lugares y pronto se capacitó para realizar filmaciones de
alto riesgo. En la primavera de 1944 fue asignado a la División de
Inteligencia, participando en un gran número de películas, incluyendo las
pruebas del Proyecto Manhattan, Trinity, en Arenas Blancas. Cuando Barret llegó
a Roswell, la zona había sido cercada. Allí advirtió que no se trataba de un
avión espía soviético como se le había dicho, sino de un paltillo volador
cuya parte posterior irradiaba calor. Se decidió no removerlo hasta que el
calor desapareciera, pues se conjeturó que había peligro de fuego.
El ánimo ya agitado de los presentes empeoró cuando se oyeron los gritos
lastimeros de una extrañas criaturas que yacían cerca del aparato. Nadie
podía decir qué eran. Parecían monstruos de circo. Cada una de ellas
sostenía muy fuerte una especie de caja con ambos brazos sobre su pecho.
Yacían ahí, sin poder moverse, gimiendo, aferradas a esas cajas o lo que
fueren. Barret comenzó a filmar, primero el vehículo, luego el lugar y
después los escombros.
Una y otra vez esa criaturas tan extrañas gemían y gritaban. Al parecer,
gritaban y gemían más fuerte cuando alguien se les acercaba. Uno de los
oficiales le dió a uno de esos seres un culatazo en la cabeza, logrando así
arrancarle la caja.
Cuando estuvieron
instaladas en el lugar del accidente las tiendas de campaña, las criaturas
fueron retiradas y atadas con cuerdas, salvo una que estaba visiblemente muerta.
El equipo médico al principio rehusó acercarse a ellas. Pero como algunas
tenían horribles heridas y/o quemaduras, primó en ellos su espíritu
humanitario y las atendieron.
Barret se abocó primero a filmar los restos metálicos más fáciles de
remover. Parecían pertenecer al exterior de la nave. Eran una especie de
columnas que habían soportado un pequeño disco en la parte inferior del
aparato, que se debió haber desprendido cuando la máquina chocó contra el
suelo.
Tres días más tarde llegó un equipo especial de Washington y decidieron mover
el aparato. Dentro del mismo la atmósfera era muy pesada, a tal punto que
resultaba imposible permanecer en su interior más de algunos segundos. El OVNI,
finalmente, fue llevado a la Base Aérea de Wright-Paterson en Dayton, Ohío,
para ser analizado con más detenimiento.
Barret permaneció en Roswell tres semanas, al cabo de las cuales le ordenaron
que se reportara al comandante de la Octava Fuerza Aérea, con Base en Fort
Worth, Dallas, para una filmación especial. Al llegar a la Base se enteró de
que se les iba a practicar autopsias a las extrañas criaturas rescatadas en
Roswell, y se le había comisionado para que las filmara. Las dos primeras
autopsias se llevaron a cabo a fines de julio de 1947.
Después de la
filmación, Barret se encontró con que tenía en su poder cientos de rollos.
Separó aquellos a los que debía prestárseles más atención al procesar y los
envió a las autoridades de Washington. Los restantes los procesó días
después.
Al concluir su trabajo, se contactó con sus superiores para arreglar la entrega
de la última tanda del material, pero nadie pasó a recogerlo ni tampoco
recibió instrucciones al respecto. En mayo le solicitaron que filmara la
tercera autopsia. De ésta sí se llevaron todos los rollos.
Algunas conclusiones
La cuestión OVNI plantea numerosos interrogantes, que sólo pueden ser develados cuando se tienen los datos suficientes como para responderlos.
Primariamente, las
personas pueden clasificarse en aquellas que creen en la existencia de los OVNIs
y en las que no creen.
Sin embargo, no se trata de una cuestión de creencia o de fe, sino de
saber. Si no se sabe con certeza, toda especulación conduce a más
confusión y a conclusiones erradas.
Lo primero que hay que saber es que el hombre, contrariamente a lo que sostienen
los despistados psiquiatras, no se compone de cuerpo y mente.
La mente, aunque más sutil que el cerebro, no deja de ser un órgano físico.
Afirmar que la mente piensa, equivale a decir que una máquina puede
pensar.
El cerebro y la mente
son instrumentos del ser espiritual para poder manejarse y sobrevivir en los
mundos manifestados o planos materiales, de la misma forma que todos los
elementos que constituyen la computadora actual son instrumentos de la persona
que los utiliza.
El hombre proviene de niveles vibratorios más sutiles que el físico, que son
su verdadera morada y a la que regresará cuando "muera" o
"desencarne".
La mejor manera de comprender esta peculiaridad del hombre es imaginar una
varilla atravesando el ojo de la cerradura, quedando de un lado un 10 % y del
otro, un 90 %. La varilla, en su totalidad, es el ser que en verdad es el
hombre, pero al nacer solo impregna al ser físico con un 10 % de su esencia o
espíritu. Si con la imaginación se saca la varilla de la cerradura,
tomándola con los dedos de su 90 %, puede comprenderse fácilmente lo que
significa "morir" o "desencarnar".
De la misma forma que
la varilla sigue entera, sin ningún deterioro, incluso más libre, también el
ser espiritual, que es en realidad el hombre, sigue vivo, incluso más vivo que
antes. Esto es así porque el hombre, en definitiva, es un ser inmortal
que solo desciende a los los mundos físicos para evolucionar y regresar una vez
cumplido el tiempo fijado (haya o no haya tenido éxito la misión).
La Tierra es solamente un mundo físico de alternativa donde los seres
espirituales pueden evolucionar. Hay incontables orbes donde lo pueden
hacer y, obviamente, siempre elegirán aquel mundo que más se adecue a lo que
quieran experimentar.
Dentro de sus vivencias está la de conocer otros mundos. Y de la misma forma
que Colón se vió impulsado por algo más fuerte que él a explorar los
confines de la Tierra, así también los seres que habitan cada planeta, llegado
el tiempo en que puedan construir naves espaciales, se verán implulsados a
explorar el Universo.
Los seres que han
podido venir hasta aquí es obvio que han llegado a esta etapa. Y cuando
estemos listos también lo haremos nosotros y los habitantes de esos mundos se
harán las mismas preguntas que ahora nos hacemos nosotros respecto de los
platillos voladores.
¿Cómo todavía no hemos comprendido las palabras del Iluminado Maestro Jesús,
actual Logos Solar, que lo resumió con toda claridad al decirque "en la
Casa de Mi Padre hay muchas moradas"?
Nota de "Crónica
del fenómeno OVNI", suplemento del diario Crónica, del 14/02/2001.
3ª parte: "Recorriendo la historia"